QUE TU BOCA NO CALLE, Por Pastora Omayra Font.
En
Mateo 15:21-28 vemos la historia de la mujer cananea que clama al
Señor por la liberación de su hija. Y
cuando la mujer cananea comienza a hablar, Jesús la ignora.
Muy
probablemente, en algún momento de tu vida, hiciste alguna oración
y te sentiste ignorado por Dios. La fórmula para este tipo de casos
es la misma que usó la mujer cananea: Sigue insistiendo; sigue
clamando.
Aun cuando sentimos que el cielo está ignorando nuestra oración, y que nada está cambiando, tienes que volver a clamar, y clamar con la palabra.
A
nosotros también nos sucede lo que le sucedió a esta mujer, porque
el problema era que su hija estaba siendo atormentada por un demonio,
pero delante del Señor no fue el demonio el que vino a interrumpir
la oración de aquella mujer.
Hay
personas que ven un diablo en todo. Se les explota una goma, y
resulta que es el diablo que ha querido interponerse en su camino. Le
desconectan la luz, y piensan que es el diablo que no les ha
permitido sacar los pies del hoyo, cuando en realidad es que
simplemente no pagaron la electricidad.
Nuestras
más grandes peleas no son con el diablo. Cristo terminó con él en
la cruz del Calvario.
La
oración de aquella mujer sí quería ser interrumpida, pero no por
el diablo o por el demonio que asechaba a su hija, sino por los
discípulos. No hacía falta que se levantara un diablo, cuando había
unos discípulos que estaban diciendo: Saca a esta mujer de nuestro
lado.
Muchas
veces la interferencia que encontramos en nuestra oración es a
consecuencia de la opinión de la gente.
En
el caso de los discípulos, ellos no se dieron por enterados de que
no era con ellos el asunto. No se dieron por enterados de que en la
historia lucieron como la interferencia de la oración de una mujer,
cuya boca no iba a callar.
Pero
gloria a Dios que aquella mujer no se dejó llevar por las palabras
de los discípulos. Hay personas que llegan a la iglesia con todo el
ánimo de orar y porque un ujier les dijo que no se podían sentar en
tal lugar, se van sin su contestación.
El
pueblo de Dios tiene que aprender a insistir, y a no permitir que
ninguna interferencia en nuestra vida, quite la bendición de Dios de
nosotros.
A
veces la religión es la interferencia. Sentimientos de culpa que te
hacen pensar que no mereces algo de parte del Señor, o te hacen
pensar que hay gente que tiene más necesidad que tú, y tú estás
pidiendo por más, y eso trae culpa a tu vida.
No
hay religión que deba detener el que tú creas que Dios va a suplir
todas tus necesidades conforme a sus riquezas en gloria.
La
mujer cananea ni tan siquiera respondió a lo que dijeron los
discípulos. Ella tiene que haber escuchado lo que ellos dijeron,
pero ella no prestó atención absoluta a eso. Ella siguió enfocada,
y su boca no calló.
Ante
la interferencia, que tu boca no calle. Ante los comentarios
negativos, que tu boca no calle. Ante lo que diga la gente a tu
alrededor, que tu boca no calle. Ante la falta de fe de otro, que tu
boca no calle.
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