lunes, 29 de abril de 2013


CUESTE LO QUE CUESTE




El alma del perezoso desea, y nada alcanza; mas el alma de los diligentes será prosperada.” Proverbios 13:4


El término “diligencia” abarca cualidades como tenacidad, honradez, persistencia y esfuerzo por conseguir la excelencia. La Nueva Traducción Viviente la define así: “Los perezosos ambicionan mucho y obtienen poco, pero los que trabajan con esmero prosperarán.” Afirma un experto en la materia: “No se consigue el éxito siendo cien por cien mejor que la competencia, sino siendo un uno por ciento mejor que ellos, pero en cien maneras diferentes.” Dale Dauten, periodista experto en temas empresariales, expone: “Si quieres ser creativo en tu empresa, tu carrera o tu vida, no tienes más que dar un paso… el paso extra. Si te presentan un plan que te resulta familiar, pregúntate: ¿Qué se puede hacer diferente?

Para triunfar, tienes que andar la otra milla – hacer más de lo que te apetece, más que la competencia, más de lo que crees que eres capaz de conseguir. El poeta William Arthur Ward escribió: “No me conformaré con ser parte; participaré activamente. No me conformaré con preocuparme; ayudaré. No me conformaré con creer; pondré en práctica mis creencias. No me conformaré con ser justo; seré bondadoso. No me conformaré con perdonar; olvidaré. No me conformaré con soñar; trabajaré. No me conformaré con enseñar; inspiraré. No me conformaré con aprender; me enriqueceré. No me conformaré con dar; serviré. No me conformaré con vivir; creceré como persona. No me conformaré con sufrir; triunfaré”.

No podrás alcanzar tus metas haciendo sólo lo que es fácil. Tienes que ir más allá, tienes que darlo todo, “cueste lo que cueste”.

jueves, 25 de abril de 2013


TE HARÉ DESCANSAR



Por Max Lucado
Vemos nuestras míseras provisiones y no vemos a Aquel  que puede alimentar a cinco mil hambrientos. Nos quedamos con los oscuros viernes de la crucifixión y nos perdemos los brillantes domingos de resurrección. ¡Cambie de enfoque y relájese!”

Yo le diré las consecuencias de la carga; usted adivine la causa:
  • Aflige a 70 millones de americanos y causa 38 mil muertes cada año.
  • La condición cuesta anualmente a Estados Unidos unos $70 mil millones en productividad.
  • La sufren los adolescentes. Los estudios muestran que el 64% de ellos la culpan por el bajo rendimiento escolar.
  • Los adultos la sufren. Los investigadores dicen que los casos más graves se encuentran entre los treinta y los cuarenta años.
  • Los adultos mayores se ven afectados por ella. Un estudio sugiere que la condición impacta al 50% de la población superior a los sesenta y cinco años.
  • El tratamiento incluye desde enjuagues bucales a té de hierbas y medicinas.

¿Tiene idea de lo que se describe en el párrafo anterior? ¿Abuso químico? ¿Divorcio? ¿Sermones largos? Ninguna de las respuestas son correctas, aunque la última tiene cierta lógica. La respuesta les puede sorprender: El insomnio. América no puede dormir. 

La mayor parte de mi vida me reía secretamente ante el pensamiento de tener dificultades para dormir. Mi problema no era dormirme. Era mantenerme despierto. Hace unos años, una noche me acosté, cerré los ojos y nada pasó. No me podía dormir. En vez de bajar la velocidad gradualmente para quedar en neutro, mi mente parecía haber enganchado una velocidad alta. Mil y una obligaciones me venían a los pensamientos. Pasó la medianoche y aún estaba despierto. Tomé un poco de leche y volví a la cama. Todavía estaba despierto. Desperté a Denalyn, usando la estrella de las preguntas tontas: «¿Estás despierta?» Me dijo que dejara de pensar cosas. Así lo hice. Dejé de pensar en cosas y me dediqué a pensar en personas. Mientras pensaba en ellas pensaba en lo que estarían haciendo. Ellas dormían. Eso me enojaba y me mantenía despierto. Finalmente, en algún punto, en horas de la mañana, tras haberme iniciado en la fraternidad de los 70 millones de americanos insomnes, me dormí. Nunca más me reí de las dificultades para dormir. Tampoco cuestiono la inclusión del versículo sobre el reposo en el Salmo 23. Las personas con demasiado trabajo y poco sueño van al lugar de reclamo del equipaje de la vida y recogen el bolso del cansancio. Uno no lo carga. No se lo cuelga del hombro para caminar por la calle. Lo arrastra como lo haría con un obstinado perro San Bernardo. El tedio cansa.

¿Por qué estamos tan cansados? ¿Ha leído el periódico recientemente? Añoramos la vida de Huck y Tom en el río Mississippi, pero nos vemos navegando en las aguas espumosas del río Grande. Desvíos en el río, Rocas en el agua, Ataques al corazón, deslealtades, deudas y batallas por la custodia de los hijos. Huck y Tom no tenían que enfrentar tales cosas. Nosotros sí, y nos mantienen desvelados. Puesto que no podemos dormir, tenemos un problema adicional.

Nuestros cuerpos están cansados. Piénselo. Si 70 millones de americanos no duermen lo necesario, ¿qué significa? Que un tercio del país se duerme en el trabajo, toma siesta en las clases o se duerme en el volante. (Mil quinientas muertes en la carretera se atribuyen a camioneros soñolientos). Algunos cabecean mientras leen libros de Lucado. (Difícil de entender, lo sé). Diariamente se consumen treinta toneladas de aspirinas, pastillas para dormir y tranquilizantes. El medidor de energía en el tablero de mandos de nuestra cabeza marca vacío.
Si invitáramos a un extraterrestre a resolver el problema, sugeriría una simple solución: todo el mundo a dormir. Nos reiríamos de él. No entiende nuestro modo de trabajar. De veras, no entiende nuestro modo de trabajar. Trabajamos arduamente. Hay que ganar dinero, Hay títulos que alcanzar Hay escaleras que subir. Según nuestra mentalidad, estar bien ocupado es estar a un paso de la santidad. Idealizamos a Tomás Edison, quien decía que podía vivir con quince minutos de sueño. Y por el contrario nos olvidamos de Albert Einstein, que promediaba once horas de sueño por noche. En 1910 los americanos dormían nueve horas por noche; en la actualidad dormimos siete y nos enorgullecemos de ello. Tenemos la mente cansada. Tenemos el cuerpo cansado. Pero, lo que es peor, tenemos el alma cansada.

Somos criaturas eternas y nos hacemos preguntas eternas: ¿De dónde vengo? ¿A dónde voy? ¿Cuál es el sentido de la vida? ¿Qué es bueno? ¿Qué es malo? ¿Hay vida más allá de la muerte? Estas son preguntas fundamentales para el alma. Si las dejamos sin responder, tales preguntas nos robarán el descanso.

Sólo otra criatura viviente tiene tanto problema para descansar como nosotros. No los perros. Estos dormitan. Ni los osos. Estos hibernan. Los gatos inventaron las siestas breves, y las marmotas duermen veinte horas diarias. (Creo que tenía una marmota de compañero de cuarto en el segundo año de la universidad). La mayoría de los animales saben descansar. Hay una excepción. Tales criaturas son lanudas, tienen poca inteligencia y son lentas. No, no se trata de los maridos en un día sábado. ¡Se trata de las ovejas! La oveja no duerme.

Para que la oveja duerma todo tiene que estar bien. Que no haya depredadores. No puede haber tensiones en el ganado ni insectos en el aire. No debe tener sensación de hambre en el vientre. Todo tiene que andar bien.

Desafortunadamente la oveja no puede hallar lugares de delicados pastos, ni puede rociar insecticida, ni tratar las fricciones personales, ni hallar alimento. Necesitan ayuda. Necesitan un pastor que las «guíe» y las ayude a «descansar en lugares de delicados pastos». Sin un pastor no pueden descansar. Nosotros tampoco podemos hacerlo sin un pastor.

En el versículo 2 del Salmo 23, el poeta David se convierte en David el artista. Su pluma se convierte en pincel, su pergamino en lienzo y sus palabras pintan un cuadro. Un rebaño de ovejas echadas sobre sus patas dobladas rodea al pastor. Los vientres de las ovejas descansan en el pasto largo. A un costado hay una laguna quieta, al otro hay un pastor que vigila. «En lugares de delicados pastos me hará descansar; junto a aguas de reposo me pastoreará» (Salmo 23:2).

Note los dos pronombres que preceden a los verbos: Me hará … me pastoreará ¿Cuál es el sujeto activo? ¿Quién está a cargo? El pastor. Los pastores eligen el camino y preparan los pastos. La tarea de la oveja (nuestra tarea) es mirar al pastor. Con los ojos puestos en nuestro Pastor, podremos dormir. «Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera» (Isaías 26:3).

¿Puedo mostrarle algo? Busque el final de este libro y hallará una página en blanco. Cuando la mira, ¿qué ve? Lo que ve es un pedazo de papel en blanco. Ahora ponga un punto en el centro de la hoja. Mire nuevamente. ¿Qué ve? Ve el punto, ¿no es así? ¿No es ese su problema? Dejamos que las marcas negras eclipsen nuestro espacio blanco. Vemos las olas en lugar de al Salvador que camina sobre ellas. Vemos nuestras míseras provisiones y no vemos a Aquel que puede alimentar a cinco mil hambrientos. Nos quedamos con los oscuros viernes de la crucifixión y nos perdemos los brillantes domingos de resurrección. Cambie de enfoque y relájese. ¡Y mientras lo hace, cambie de programa y descanse! Mi esposa se encontró con una amiga en una cafetería. Las dos entraron al estacionamiento al mismo tiempo. Cuando salió de su coche, Denalyn vio a su amiga que le hacía señas. Pensó que le decía algo, pero no pudo oír palabra alguna. Un martillo neumático rompía el pavimento a corta distancia. Caminó hacia su amiga, que, como supo luego, sólo la saludaba, y ambas entraron en la cafetería.

Llegado el momento de irse, mi esposa no logró encontrar sus llaves. Buscó en su cartera, en el suelo, en el coche de su amiga. Finalmente cuando llegó al coche, allí estaban. No sólo estaban en la cerradura del contacto, el motor estaba funcionando. Había estado funcionando todo el tiempo que ella y su amiga habían estado en el café. Denalyn culpa al ruido. «Había tanto ruido, que olvidé apagar el motor».

El mundo se comporta de esa forma. La vida se puede hacer tan ruidosa que olvidamos apagarla. Quizás se deba a eso que Dios pone un énfasis tan grande en el reposo en los Diez Mandamientos.

Puesto que hizo tan bien el ejercicio, hagamos otro. De las diez declaraciones grabadas en las tablas de piedra, ¿cuál ocupa más espacio? ¿El adulterio? ¿El homicidio? ¿El robo? Uno tiende a pensar así. Cada uno de ellos merece que se le dé espacio. Pero es curioso: estos mandamientos son un tributo a la brevedad. Dios necesitó sólo tres palabras en castellano para condenar el adulterio y sólo dos para denunciar el robo y el homicidio. Pero cuando se llegó al tema del reposo, no bastó una oración.

«Acuérdate del día de reposo para santificarlo. Seis días trabajarás y harás toda tu obra, mas el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas. Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó» (Éxodo 20.8–11).

Dios nos conoce muy bien. Podemos ver al dueño de la tienda que al leer este versículo piensa: «Pero alguien tiene que trabajar ese día. Si yo no lo hago, lo tiene que hacer mi hijo». Pero Dios dice, ni tu hijo . «Entonces lo hará mi hija». Ni tu hija. «Entonces un empleado». Ninguno de ellos. «Pienso que tendré que mandar mi vaca para que atienda el negocio, o quizás encontraré algún extranjero que me ayude». No, Dios dice no. Un día de la semana dirás no al trabajo y sí al culto. Te detendrás, te sentarás y te recostarás para descansar.

Aún objetamos: «Pero … pero … pero … ¿quién se hará cargo de la tienda?» «¿Y mis calificaciones?» «No he alcanzado mi cuota de ventas». Ofrecemos una razón tras otra, pero Dios las acalla todas con un conmovedor recordatorio: «Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día». El mensaje de Dios es claro: «Si la creación no sucumbió cuando reposé, no sucumbirá cuando reposes». Repita conmigo estas palabras: No es mía la tarea de hacer funcionar al mundo. Hace algo más de un siglo, Charles Spurgeon dio este consejo a sus estudiantes:

«Aun las bestias de carga necesitan que se les suelte a pacer de vez en cuando; el mar mismo se detiene en el flujo y reflujo; la tierra guarda sus reposos durante los meses de invierno; y el hombre, aun cuando es exaltado al rango de embajador de Dios, debe descansar o desmayará, debe limpiar la mecha de su lámpara o alumbrará mal, debe recuperar su vigor o envejecerá prematuramente … A la larga haremos más haciendo menos».

El arco no puede siempre curvarse sin temor de que se rompa. Para que un campo dé fruto, de vez en cuando debe permanecer en barbecho. Para que tenga salud, debe descansar. Baje la velocidad y Dios lo sanará. Traerá reposo a su alma, a su cuerpo y a casi todo su ser. Le guiará a lugares de delicados pastos.

Los pastos verdes no eran el paisaje natural de Judea. Las colinas de Belén donde David cuidaba su rebaño no eran fértiles ni verdes. Aún en la actualidad son casi desérticas. Los pastos verdes de Judea se deben al trabajo de algunos pastores. Han limpiado el terreno áspero y rocoso. Han quitado los tocones y las han quemado junto con la maleza. Riego, cultivo. Ese es el trabajo de un pastor. Por eso cuando David dice «en lugares de delicados pastos me hará descansar», en realidad dice: «Mi pastor me hace descansar en su obra terminada». Con sus manos horadadas, Jesús creó una pradera para el alma. Arrancó los espinosos arbustos de la condenación. Arrancó los enormes peñascos del pecado. En su lugar puso simiente de gracia y cavó lagunas de misericordia. Y nos invita a reposar allí. ¿Puede imaginarse la satisfacción en el corazón del pastor cuando, acabado el trabajo, ve a sus ovejas descansando en lugares de delicados pastos?

¿Puede imaginar la satisfacción en el corazón de Dios cuando hacemos lo mismo? Sus pastos son su don para nosotros. No son pastos que hemos cultivado. Tampoco son pastos que merecemos. Son un don de Dios. «Porque por gracia sois salvos por medio de la fe, y esto no de vosotros, pues es don de Dios» (Efesios 2.8).

En un mundo difícil debido al fracaso humano, hay una tierra en que verdea su divina misericordia. Su Pastor le invita a ir allá. Quiere que se recueste, que se hunda hasta quedar oculto en los altos pastos de su amor. Allí encontrará descanso.

miércoles, 24 de abril de 2013


QUE TU FE SUPERE LAS EXCUSAS



Por Juan Diego Luna

Lucas 22:31-32 dice: “Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo; pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos.”

Todos conocemos este pasaje cuando Jesús profetizó que Pedro lo negaría, pero lo que más me impacta es la frase: “Que tu fe no falte”. Porque eso significa que la fe puede faltarnos en algún momento, aunque yo aprendí que Dios nos ha dado a cada uno la medida de fe que nos sostendrá siempre. Entonces, ¿a veces nos da fe y a veces nos la quita? ¿Por qué nos falta la fe en ciertos momentos? Claro que Dios nos ha dado una fe particular y personal que nos sirve para enfrentar nuestros retos, pero de nosotros depende que nunca nos falte.

Pedro, por ejemplo, necesitó una fe diferente a lo largo de su vida. Cuando caminó sobre el agua y luego se hundió, vemos que tenía fe, pero luego, en un instante, la perdió. Después, necesitó fe para aprender con el Señor, aunque luego, la perdió al momento de negarlo. Por eso, Jesús le dijo que rogaba para que su fe no le faltara y así fue, porque se convirtió en el apóstol que confirmó a miles.

Entonces, es posible que la fe nos falte en algún momento, pero nuestra responsabilidad es que nunca falte, sino que aumente. Seguramente, cuando sales de la iglesia, llevas bien puestos los pantalones y te sientes dispuesto a conquistar el mundo. Podrías decir: “Ahora sí conseguiré el aumento de sueldo que deseo”. Pero si a al primer intento no lo logras, poco a poco, tu fe decae. Algunos salen convencidos de que es el momento para encontrar novia o novio, pero luego de algunos días van decepcionándose y pierden la fe. Ya no pides gustos sobre la persona ideal, sino que le pides a Dios que te mande ¡alguien que por lo menos respire! Eso no puede suceder. Tu fe no debe faltarte, al contrario, debe fortalecerse frente a las adversidades.

De hecho, la dificultad comienza cuando le pides algo a Dios, de lo contrario no necesitaríamos fe. Al momento de decidirte a emprender algo, viene el problema, la resistencia. En ese momento es cuando necesitamos apretarnos más los pantalones y demostrar que creemos de verdad. Por ejemplo, al enviar a Moisés a liberar al pueblo, Dios le dijo que endurecería el corazón de Faraón. ¿Por qué endurecerlo si lo que necesitaba era que lo ablandara? Porque el Señor necesitaba ver la convicción de Moisés y de Su pueblo, ya que es necesario tener carácter para pedir bendición y también para recibirla, administrarla y compartirla. Pedir con fe y obtener lo que deseamos es solamente el inicio del camino hacia el éxito que culmina al alcanzar el beneficio de quienes nos rodean.

No más excusas.

1 Samuel 17:34-36 relata: “David respondió a Saúl: Tu siervo era pastor de las ovejas de su padre; y cuando venía un león, o un oso, y tomaba algún cordero de la manada, salía yo tras él, y lo hería, y lo libraba de su boca; y si se levantaba contra mí, yo le echaba mano de la quijada, y lo hería y lo mataba. Fuese león, fuese oso, tu siervo lo mataba; y este filisteo incircunciso será como uno de ellos, porque ha provocado al ejército del Dios viviente.”

Cuando quiero aprender acerca de la fe, me gusta leer sobre los héroes de quienes habla Hebreos 11. Personalmente me gusta ponerme en los zapatos de esas personas. Imagino qué hubiera hecho si me toca cuidar a las ovejas de mi padre y veo un león o un oso llevándose a una. ¡Seguramente corro pero para el lado contrario a donde va el león Pero David los enfrentaba, tal como hizo con Goliat. Eso es usar la fe al extremo, sin excusas. Estoy seguro de que si mi papá hiciera un inventario de las ovejas y ve que falta una, no me regañaría si le explico que se la llevó un león. Como tú no regañarías a tu hijo si no enfrenta y mata a un ladrón que entra a tu casa. Cualquier padre le diría a su hijo: “Qué bueno que estás bien y no te sucedió nada, lo material se recupera”. Así que David tenía la excusa perfecta para no usar su fe y evitar al león o al gigante. De hecho, nadie le pidió que se enfrentara a Goliat. Al contrario, el rey Saúl le pidió que no lo hiciera porque estaba en desventaja. Sin embargo, David usó su medida de fe y logró más de lo que le pedían. ¿Hasta cuándo pondremos excusas para no utilizar nuestra fe?

Abraham tenía la excusa perfecta para no creer por un hijo. Pudo decirle a Dios: “Mira, estoy casi muerto”. Noé también tenía la excusa perfecta para no creer y evitar construir el arca ya que nunca había llovido, pero no buscaron excusas y continuaron creyendo a pesar de todo. Muchas veces utilizamos excusas para librarnos de la culpa, al ver que no logramos hacer realidad las promesas de Dios en nuestra vida. Los jóvenes se excusan en el abandono de sus padres para no estudiar o andar en malos pasos, los trabajadores se excusan en la actitud exigente de los jefes para no esforzarse y comprometerse con sus metas, los empresarios se excusan en la difícil situación del país para no invertir y hacer crecer sus negocios. Claro que son excusas perfectas y válidas, pero aunque todo esté en contra, debemos decir: “Dios está conmigo y ¡derrotaré al devorador!” ¡Llénate de fe y deja las excusas a un lado para lograr lo que te propones!

De hortaliza a héroe.

Lucas 17:6 explica: “Entonces el Señor dijo: Si tuvierais fe como un grano de mostaza, podríais decir a este sicómoro: Desarráigate, y plántate en el mar; y os obedecería.”

Marcos 4:30-32 también comparte: “Decía también: ¿A qué haremos semejante el reino de Dios, o con qué parábola lo compararemos? Es como el grano de mostaza, que cuando se siembra en tierra, es la más pequeña de todas las semillas que hay en la tierra; pero después de sembrado, crece, y se hace la mayor de todas las hortalizas, y echa grandes ramas, de tal manera que las aves del cielo pueden morar bajo su sombra.”

Jesús comparó la fe con el grano de mostaza pero no porque fuera pequeña como este, sino porque la fe, como el grano, debe rebasar las expectativas y llegar a ser la más grande. El Señor no dijo: “Que tu fe sea pequeña como el grano de mostaza”, dijo que imitáramos al grano de mostaza que crece muchísimo. Al pensarlo, este grano de mostaza también tenía la excusa perfecta para no crecer porque es la más pequeña de las semillas, pero no buscó excusas y se convierte en un árbol enorme. Entonces tenemos dos parámetros, el del grano de mostaza y el de los héroes. ¿Cuál seguirás?

Te desafío a ser como los héroes que van más allá de toda expectativa humana y confían totalmente en el Señor. En mi grupo de amistad, cuando llega el momento de pedir, me gusta hacer petición por cosas materiales porque sé que a mi Padre puedo pedirle todo lo que deseo, no solo lo que necesito. Por eso, en el Padre Nuestro le pedimos el pan de cada día para hoy, es decir que pedimos abundancia. Entonces, yo pido una computadora nueva para el semestre, además de bendición y prosperidad para mi familia. Imagina que en tu grupo una pareja de ancianos pidiera un hijo o que un amigo pidiera que Dios le ayude a construir un bunker en su casa porque él y su familia repoblarán la tierra luego de la extinción. ¡Seguramente pensarías que están locos! Pues justamente eso es lo que sucedió con Abraham y Noé. Todos pensaban que estaban dementes, pero ellos creyeron esperanza contra esperanza, no pusieron excusas y lograron el propósito para el cual estaban llamados. Ellos fueron más allá, no tuvieron fe de semillas de mostaza sino de héroes.

Los mismo debemos hacer nosotros. Si pides por tener una clínica médica, atrévete a pedir como semilla de mostaza y pide varias clínicas, pero luego, atrévete a ser un héroe y pide un hospital. Siempre busca ir más allá con tu medida de fe, sin excusas ni pretextos. Si pedías porque tu hijo volviera a casa, ahora pide porque sea el joven que enseñe valores a toda tu comunidad, y más aún, pide como héroe porque llegue a ser el predicador más grande de tu país. Si tienes una pequeña cafetería, usa tu fe como el grano de mostaza que se convierte en la más grande de la hortalizas y pide un restaurante, pero luego, atrévete a usar tu fe como un héroe y pide por una cadena de restaurantes en toda Latinoamérica.

Si nos atrevemos a usar nuestra fe sin excusas, estoy seguro de que seremos los héroes del libro de Dios que leerán las futuras generaciones. Cuéntale tus sueños a las personas para que te vean como un loco. Porque llegará el día cuando vean que lograste hacer tus sueños realidad. Si Dios lo ha puesto en tu corazón es porque quiere que lo logres.

¡Inyecta la fe de los héroes a tus peticiones, supera la fe de la hortaliza más grande y verás que alcanzarás nuevas alturas!

martes, 23 de abril de 2013


NUNCA DEJES DE CONFIAR EN DIOS OTRA VEZ

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Este es uno de los principios que los hijos de Dios no debemos abandonar nunca. Me ha tocado mucho este texto bíblico que a continuación pongo:

Y otra vez: Yo confiaré en Él. Y otra vez: He aquí, yo y los hijos que Dios me dió.” Hebreos 2:13
 
Confiar en Dios es un ejercicio de sus hijos, mientras más estamos confiando en Dios, mucho más crecemos en nuestra vida espiritual.

Nos hace muy bien a todos poner nuestra confianza en Dios, nos hace crecer, nos hace sentir que Él está allí a pesar de todas las situaciones.

Estas situaciones son necesarias para crecer en confianza y saber que en todo podemos confiar.

Es verdad que nadie desea estar en dificultades para ver el actuar de Dios, claro que nadie quiere esto, pero es necesario saber tomar cada situación que debemos enfrentar, como una oportunidad para acercarnos a ejercitar nuestra confianza a Dios. Allí donde todas las preguntas serán respondidas y todas las cosas imposibles podrán verse lentamente posibles.

Debo decir, que la confianza en Dios se traduce en una palabra: “fe”. La palabra de Dios dice: “Pero sin fe es imposible agradar a Dios, porque es necesario que el que a Dios se acerca, crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.” Hebreos 11:6 

Nuestro Padre que está en los cielos, no necesita demostrar quién Él es, Él no tienen dudas de su identidad ni de su poder. El quiere que nosotros seamos quienes reconozcamos quién Él es.

En una oportunidad Jesús le pregunta a sus discípulos lo siguiente: “Él les dice: Y vosotros, ¿quién decís que soy?” Mateo 16:15

Pedro responde aquí algo fundamental y dice: Y respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios Viviente.” Mateo 16:16

Esta declaración era importante en la intimidad de su relación, Jesús luego les dice no le digan a nadie todavía, pero es necesario que en vosotros esto esté claro.

Nuestra declaración y confianza se basa en primer lugar en la intimidad de nuestra relación con Dios. Es importante declararlo con nuestra boca y que quede fijo en nuestro corazón.

Esta confianza es un ejercicio permanente, una y otra vez, no dependiendo de lo que sea el resultado, sino sabiendo qué es lo que yo he elegido para mi.

Vemos en la escritura innumerables situaciones en que sus hijos deben confiar y permítanme decirles que la confianza se ejercita en la adversidad.

NO quiero con esto destacar un pensamiento positivista, esto hace la gente del mundo par alcanzar metas, yo quiero resaltar algo más grande, que lo expreso así:

  • Una y otra vez Señor, independientemente de lo que vea y sienta.
  • Una y otra vez Señor, más allá de la circunstancias.
  • Una y otra vez Señor, porque en ti encuentro descanso.
  • Una y otra vez Señor, porque sé que solo tu y nadie más que tu puede.
  • Una y otra vez Señor, porque no hay nada más.
  • Una y otra vez Señor, confiaré.

miércoles, 17 de abril de 2013


QUE SUCEDE CUANDO LA VOLUNTAD DE DIOS ES DISTINTA A LA NUESTRA

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Lucas 22:42-44 : “Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya. 43. Y se le apareció un ángel del cielo para fortalecerle. 44Y estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra” 

¡Ésta es una de las escenas mas conmovedoras de la Escritura! ¡Jesús no daba mas! Sus fuerzas al límite de lo humano, tanto así que declara en un momento: “si quieres pasa de mi esta copa” traducido sería: “si tu quieres, líbrame de esto”. Esta era su voluntad en lo humano, pero para Jesús ¡La Voluntad de Dios era su meta, su misión! Cualquiera fuera el precio. Aquí comenzaba el largo sufrimiento de Cristo “el Salvador” hasta llegar al final triunfal.

Cuando miramos esta escena en las Escrituras podemos vernos reflejados en muchas oportunidades de nuestra vida en que, sentimos que la Voluntad de Dios es distinta a la nuestra y nos preguntamos:

¿Por qué ? Vemos en Romanos que nos dice el porque:

Romanos 12: 2 : “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.” 

Es evidente que a veces nuestra voluntad es diferente a la de Dios, esto se debe a que aguardamos que los hechos se desenlacen como el mundo lo espera y no como Dios lo planeó. Es decir, nuestra mente está más ajustada al entendimiento humano que al divino o más bien podemos decir nos conformaríamos con lo que todo el mundo estaría conforme. Pero Dios no se conforma con lo que los demás se conforman, sino que Dios lleva adelante un plan.
Ahora bien entendemos esto muy bien, pero surge la pregunta:

¿Cómo debo yo reconocer la Voluntad de Dios? 

Esta pregunta surge de un estado ansioso de la persona, y debemos ser realistas, no siempre podemos saber la Voluntad de Dios anticipadamente, pero si podemos siempre comprobarla después. Lo que si debemos saber es lo que dice:

Romanos 8 :28. “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.” 

La Voluntad de Dios será hecha de todas maneras, solo nos queda comprobarla al final y aguantar con confianza.

Surge la pregunta:

¿ Podemos nosotros entorpecer la Voluntad de Dios?

Antes de dar una respuesta quiero decir que muchas veces los no cristianos pueden responder esto mucho mejor que nosotros desde su punto de vista sin Dios, ya que ellos creen en el destino y saben entregarse al mismo, nosotros sabemos que no es el destino sino Dios actuando en la vida de sus hijos.

Yo creo personalmente que los hijos de Dios no podemos cambiar la Voluntad de Dios, si podemos entrometernos en el proceso, podemos ser una piedra en el camino, podemos demorar el proceso, pero cambiar lo que Dios ha determinado eso no lo creo. De otra manera seríamos más fuerte que Dios.

Los que no son hijos de Dios pueden imponer su voluntad y no dejar actuar a la Voluntad de Dios, no porque ellos sean más fuertes sino porque ellos no están sujetos a Dios sino son guiados por el que gobierna sus vidas que es el mundo. Aquí es donde Dios los deja libres a su voluntad y pensamientos, libres a su destino, que no es más que el destino del mundo.

Si tú te encuentras confundido frente a lo qué es la Voluntad de Dios o no, debes saber que Dios tiene el gobierno de tu vida, y que por más que trates de cambiar, va a cumplirse lo que ha determinado. Esto ocurre ya que tú has dado el control de tu vida a Dios y Él lo ha tomado y no te dejará.

Te recomiendo que antes de tomar una decisión importante en tu vida en la que tú necesites saber cual es la voluntad de Dios, tomes el camino de los tres pasos (me los enseñó mi abuela y esta viejita hermosa sabía de que hablaba, sus oraciones eran constantes) estos son:

  1. Mira las circunstancias y analiza detalladamente lo que pasa, se realista en todo.
  2. Mira en la Palabra de Dios si tu actitud y lo que haces es sostenido por las Escrituras.
  3. Ora a Dios y debes sentir paz en cuanto a tu sentir y tu actuar respecto a la decisión.

¡El camino de la Voluntad de Dios es a veces un camino estrecho y difícil, pero su fin es glorioso! ¡Cuando no sepas que es lo que Dios quiere, déjalo actuar y confía en el y El hará! 

viernes, 12 de abril de 2013


TODO ES LICITO, MAS NO TODO CONVIENE
Escrito por Pastor Otoniel Font, el viernes, 12 de abril del 2013.
Tu conciencia, una conciencia limpia, justificada, santa, debe saber que todo es lícito, pero que no todo te conviene y que no te puedes dejar dominar por nada.

Aunque te sea lícito ir a fiestas, hay fiestas a las que no te conviene ir. Hay fiestas que han cambiado la vida de una persona. Una mala fiesta ha cambiado la vida de muchas personas, porque en una mala fiesta conocieron a alguien que no debieron haber conocido.

No necesariamente es que sea malo, es que no conviene. Si hay algo que es lícito, pero te quiere dominar, decide que no te vas a dejar dominar por nada.

Tú debes ser dirigido por Dios y, después de buscar a Dios, debes hacer lo que él dice, y debes ser dirigido por tu conciencia. Ahora bien, tu conciencia no debe ser dirigida tan solo por lo que es lícito. Hay gente que quiere determinar lo que es lícito para librar su conciencia. El problema es que puedes librar tu conciencia y tomar muchas malas decisiones porque, siendo lícitas, no convenían y lo que querían era dominarte.

Las decisiones que tomamos en nuestra vida, dirigidos por Dios y dirigidos por una conciencia limpia, santificada y justificada, son las que nos hacen ganar respeto delante de Dios.

Los más grandes problemas que enfrentó David, los enfrentó en aquellas ocasiones en las que hizo aquello que le era lícito, pero que no le convenía. Pero, cuando hizo lo que le convenía, Dios siempre lo apoyó.

Lo que celebramos hoy de José fue que, cuando él pudo haberse acostado con la mujer de Potifar, no lo hizo. Seguramente, de haberlo hecho, el propósito de Dios para la vida de José no se habría detenido, porque Dios mandó a José allí para poder salvar a toda la familia, para poder tener un plan de cuatrocientos años hacia adelante. José era una pieza demasiado importante. El que iba a tener que sufrir las consecuencias de esa mala decisión era José. Dios lo iba a perdonar, pero no es lo mismo vivir bajo el perdón y la misericordia de Dios que caminar con la libertad de tu conciencia de que hiciste lo correcto.

Dios respetó cuando David pudo haber matado a Saúl y no lo hizo. David se contuvo al punto de que, cuando regresó el hombre que mató a Saúl, David lo mandó a matar y luego de preguntarle cómo se atrevía a ponerle una mano encima al ungido de Dios, si él nunca lo había hecho. David tuvo la oportunidad de matar a Saúl y no lo hizo y el mismo Saúl le dijo que David era mejor que él, queriendo decir que, si Saúl hubiese tenido una oportunidad como la que tuvo David de matarlo, él no se habría contenido, sino que hubiese matado a David.

Dios admiraba personas como David, como José, como Abraham, como Pablo. Estas personas cometieron grandes errores, tomaron malas decisiones, pero, cuando estaban en comunión con Dios, tomaban las decisiones correctas, eran dirigidos por Dios y eran dirigidos, no por lo que les era permitido, sino por la conciencia de libertad que les decía lo que tenían que hacer.

Vivir de la manera en que vivieron estos hombres, tiene grandes resultados para tu vida.

La razón por la que la gente no toma decisiones de esta manera es porque prefieren ceder al placer momentáneo y no ven recompensa en vivir una vida dirigida por Dios y dirigida por una conciencia, no de lo que es lícito, sino de lo que conviene.

jueves, 11 de abril de 2013


DÉJATE DIRIGIR POR DIOS
Escrito por Pastor Otoniel Font, el jueves, 11 de abril del 2013.
La gente toma por poco las consecuencias de sus decisiones, porque no realiza el efecto que tiene sus decisiones, no tan solo en sí mismos, sino en la vida de los demás. No hay tal cosa como no interesarte en las decisiones de los demás, porque sus decisiones te afectan.

Hay gente que cree que puede hacer lo que quiera en la intimidad del hogar. El problema es que aun lo que se hace en la intimidad tiene consecuencias para todos, porque, en la intimidad se viola a una persona, por ejemplo, y esa persona sale con grandes heridas que afectan a toda la sociedad. En la intimidad, también, se procrean niños que después no los cuidan y toda la sociedad tiene que cuidarlos.

No hay tal cosa como que una decisión que tú tomes no provoque cambios en la vida de los demás.

Lamentablemente, en la sociedad que vivimos no queremos vivir con la responsabilidad de nuestras decisiones, sino que pretendemos que el mundo nos acepte, nos reciba, nos quiera, nos apruebe, haciendo nosotros lo que queramos.

Aun el cristiano, en ocasiones, ha tomado el mensaje de libertad de la manera incorrecta, sin darse cuenta de que, aunque definitivamente tenemos libertad, y definitivamente la gracia de Dios nos ha libertado de todo pecado y de toda conciencia de condenación, como hoy tienes una conciencia limpia, deberías estar más claro en las decisiones que estás tomando y saber que tus decisiones son importantes para el reino de Dios, para tu vida, para tu familia y para nuestra sociedad.

Todo lo que tú haces va a afectar al resto del mundo de alguna manera u otra.

Una manera básica en que debemos ser dirigidos es por Dios, pero tenemos que acercarnos a Dios con sinceridad. Tenemos que querer verdaderamente ser dirigidos por él. En Jeremías 42:20, Jeremías pregunta al pueblo por qué hacer errar sus almas enviándole ante Dios para que les hiciese saber qué debían hacer, si a fin de cuentas no iban a obedecer.

Mucha gente dice que va a hacer lo que Dios le pida, que solo basta con que le digan lo que Dios quiere que haga y lo hacen, todo para luego no hacerlo. De nada te sirve ir a la iglesia y luego hacer todo lo contrario a lo que Dios te ha dicho que tú hagas.

A veces, las cosas que Dios va a pedir que hagas no van a hacer sentido para ti, no vas a entender, pero por eso es que tú no eres Dios. Él tiene una perspectiva diferente, una perspectiva mayor de todas las cosas, él no tan solo conoce el final, sino que conoce el final desde el principio.

¿Tú quieres vivir una vida de éxito y de victoria? Tiene que haber un momento donde ya tú dejes de seguir haciendo lo que mejor te parezca, y que realmente te dejes dirigir por Dios.

Tiene que haber una iglesia que no viva de apariencia. Tiene que haber una iglesia que realmente sepa el poder de ser dirigida por Dios, aunque vaya en contra de tus emociones, aunque vaya en contra de lo que el mundo dice, aunque nos convirtamos en una fuerza de oposición en contra de las corrientes de este mundo, porque la iglesia siempre ha crecido en medio de las oposiciones, porque toda iglesia, todo creyente, en medio de la oposición, tiene la protección divina.

Por más malo que esté el mundo, el que es dirigido por Dios siempre tendrá bendición, siempre tendrá paz, siempre tendrá abundancia. Por eso la biblia dice: Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos. Si tú no estás siguiendo el consejo de los hombres, sino que estás siguiendo el consejo de Dios, tú debes saber que todo lo que hagas tiene que prosperar y, aun cuando cometas errores, Dios se encargará de tornarlos en bendición, porque todas las cosas les ayudan bien a aquellos que aman a Dios. 

miércoles, 10 de abril de 2013


LA SEMILLA DE LA OFENSA


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Por Brian Adams
Creo que la razón por la cual Jesús pudo perdonar de inmediato era porque Él sabía quién Él era, de dónde procedía y hacia dónde iba. No tenía un problema de identidad.

Estando en oración a menudo y manteniendo siempre una comunión con el Espíritu Santo y el Padre, Él pudo mantener la calma, por decirlo de alguna manera. Las Escrituras nos dicen que Él iba seguido a orar. Creo que esto es clave. Vea, orando a menudo estamos crucificando la carne y trabajando el dominio propio del alma.

Es en el área de nuestra alma o emociones, donde la ofensa comienza. Leímos que el pecado fue primeramente concebido en el corazón de Satanás.

La imaginación hará crecer odio y ofensas si es alimentada por el alma.

La imaginación sometida al Espíritu brindará un lugar donde la fe puede crecer, y luego debemos meditar en la Palabra de Dios. Jesús se mantuvo humilde al estar siempre en la presencia del Dios Todopoderoso. Es el orgullo de nuestra naturaleza caída el que se ofende. Decimos: “¿cómo se le ocurre a alguien hacerme esto?”. Ahora, hay casos donde somos lastimados, abusos o crímenes, los cuales no tienen nada que ver con el orgullo, pero muchas de las ofensas menores suceden cuando sentimos que se nos faltó el respeto. Como Jesús siempre oía al Padre, Él sabía qué decir y cómo responder. En realidad, El Espíritu Santo le decía cosas que habrían de suceder. Él podía prepararse en oración por medio de la Palabra. Edificándose en oración Él recibía sabiduria para tratar con las situaciones. Estoy convencido de que si pasamos más tiempo en oración recibiendo de nuestro Padre obtendremos mayor madurez.

En aquellos días él fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios.” (Lucas 6:12).

Nos engañamos y caemos justamente en el plan del enemigo cuando nos enojamos con las personas que dicen y hacen cosas que nos lastiman. Recuerde, se nos dice que no debemos luchar contra gente, sino contra espíritus que manipulan a las personas. Si prestáramos atención a esto, y nos enojamos, deberíamos enojarnos con el diablo y perdonar a la persona que está siendo usada para causarnos problemas o lastimarnos y orar por ella.

Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.” (Efesios 6:12).

Saltemos al versículo 18: “Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos.” (Efesios 6:18).

Cuando lee el pasaje del versículo 12 al 18 verá que nos dice que no luchamos contra gente, sino contra demonios. Ahora puede vestirse para la batalla sabiendo dónde se origina toda esta guerra. Las personas que se enredan en ella son engañadas y se convierten en prisioneros a disposición del diablo. Oremos por ellas. Primeramente, perdónelas para desatar el poder de Dios el cual repele la guerra, y luego ore para que sean liberadas y productivas en el Reino de Dios.

Estoy convencido de que si usted se ofende fácilmente no es una persona tan madura como usted cree y todavía ignora muchos aspectos espirituales. Ahora, aguarde un momento antes de ofenderse conmigo mientras lee este libro acerca del perdón. Termínelo primero y verá que estoy tratando de presentarle la verdad de manera directa. Esta es la verdad que aprendí por medio de la revelación y la aplicación práctica.

Así como Jesús, debemos perdonar desde la cruz, en el instante cuando sucede. Cuanto más rápido usted lo suelte y perdone, más rápido el poder de Dios es desatado para arreglar y prevenir problemas. Sabiendo que las ofensas van a ocurrir, debemos vestirnos apropiadamente con la armadura y orar. Debemos entrenarnos para responder de manera apropiada perdonando, amando, respondiendo de inmediato. Haga esto y protegerá su alma de las semillas de la ofensa y puede comenzar la intercesión por las almas cautivas que causan contienda, división y esparcimiento de ovejas. Cuando pasamos tiempo en la Palabra de Dios y con el Dios de la Palabra, vestidos siempre con la armadura y permitiendo que el amor de Dios fluya por medio nuestro, podemos desatar el perdón. Jesús pudo otorgar el perdón y orar por perdón. Cuando la mujer fue atrapada en el acto del adulterio Jesús no la hizo esperar durante días.

Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio; y poniéndola en medio, le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio. Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices? Más esto decían tentándole, para poder acusarle. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo. Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella. E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra. Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio. Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más.” (Juan 8:3-11).

La primera vez que leí esta historia me sorprendió mucho la rapidez con la que Jesús quitó la condena y la perdonó. Él sabe que usted debe tratar con las semillas de condenación, ofensas y amargura. Las palabras tienen poder. No debemos permitirles que tengan nada de tierra donde puedan ser plantadas para comenzar a crecer.

La muerte y la vida están en poder de la lengua, Y el que la ama comerá de sus frutos.” (Proverbios 18:21).

Vemos que Jesús estaba dispuesto a permitirle al hombre en la cruz que fuese el primero en beneficiarse de la obra de la cruz. Él perdonó a la mujer adúltera y al hombre que bajaron por el techo. Sus ejemplos nos muestran que debemos perdonar rápidamente, remitir nuestros pecados y brindar el amor que recibimos del Padre. Perdonar es tan clave así que trate de ser perdonado lo antes posible.

Otra vez, así las semillas de la ofensa no echan raíces de amargura las cuales traen una cosecha de tormento, enfermedades, dolencias e incluso fobias, temores, enojo o ataques de ira.

Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados.” (Hebreos 12:15).

martes, 9 de abril de 2013


CÓMO VIVIR EN LA GRACIA DE DIOS SEGÚN LA BIBLIA






gracia y paz a vosotros, de Dios…” (1 Corintios 1:3)

Varias epístolas de Pablo comienzan con las palabras “Gracia y paz a vosotros, de Dios…” La razón es que no puedes vivir en la paz de Dios a menos que antes sepas cómo recibir su gracia y caminar en ella. Hay que entender tres conceptos importantes acerca de la gracia:

a) no se puede ganar;
b) consiste en que Dios hace por ti lo que tú no puedes hacer por ti mismo;
c) no se manifiesta en tu vida hasta que dejes de luchar y hacer todo en tus propias fuerzas.

Dice la Biblia: “Dios resiste a los soberbios y da gracia a los humildes” (Santiago 4:6). Los “humildes” son aquellos que reconocen la imposibilidad de triunfar sin la ayuda de Dios, mientras que los “soberbios” quieren llevarse siempre los honores. Les gusta pensar que las cosas se hacen gracias a sus aptitudes y les cuesta, por lo tanto, pedir gracia a Dios, y aun más recibirla.

Escribe Pedro: “…Creced en la gracia…” (2 Pedro 3:18). La única manera de aprender a confiar en Dios ¡es haciéndolo! Creces en gracia cuando te aferras a su Palabra y cuentas con su provisión generosa diaria y con su intervención en situaciones difíciles o imposibles para ti. No habrá un solo día en el que no necesites la gracia de Dios. Y si estás dispuesto a reconocer esa necesidad y la recibes por fe, te será dada en abundancia. “Todos hemos recibido con plenitud [abundancia] las riquezas de su gracia, que Él ha derramado sin cesar sobre nosotros” (Juan 1:16 CST).

viernes, 5 de abril de 2013


EL PODER DEL PERDÓN






Me gustaría compartir con usted una historia increíble, acerca del poder del perdón.

Y la mejor parte es que este mismo poder está disponible para todos nosotros hoy en día, el “Gran Poder que resucitó a Cristo de la muerte” (Efesios 1:19-20, NVI). Ese poder es suyo, !Porque Jesucristo se levantó de la tumba aquella primera mañana de Pascua!

Nada es más asombroso o significativo que el poder desplegado en la Resurrección. Esto es lo que separa nuestra fe de cualquier otra cosa sobre la tierra. Jesús pagó el precio de nuestros pecados en la cruz.

Él vivió una vida perfecta, sin pecado y se entregó como sacrificio a vuestros pecados y los míos. Y cuando toda esperanza parecía haber desaparecido, milagrosamente Él volvió a la vida. Esto significa que:

¡Cuando lo aceptamos como nuestro Señor y Salvador, somos completamente perdonados, completamente y para siempre!

La historia comienza con un chico, cuando él sólo tenía 14 años de edad. Su padre era abusivo y con el tiempo la relación desembocó en una terrible pelea. Cuando la pelea termino, el padre pateó y echó a su hijo fuera de la casa.

Aquella noche el joven estaba devastado, sólo, desalentado.- Su vida parecía estar rota. Él no tenía a donde ír, y finalmente decidió que la vida no merecía ser vivida. Así que, después de haber perdido toda esperanza y de no tener a quien recurrir, se fue a un gran puente y se preparó para saltar. Pero justo cuando estaba a punto de saltar, escuchó una voz que le dijo: ”!No lo hagas!” Yo seré tu padre. Voy a ser tu protector. Te guiaré a través de la vida. De repente, sintió calor en todo el cuerpo, desde la cabeza hasta los pies. Y sintió un amor que nunca antes había experimentado. Lo que sentía era el amor incondicional de Dios y su aceptación. Era el amor que la Biblia promete. “Aunque mi padre y mi madre me abandonaran, El Señor me sostiene cerca de Él”. (Salmos 27:10, NVI).

A partir de ese momento, este adolescente que sufrió tanto rechazo, dolor y sufrimiento tomó una decisión que cambiaría el resto de su vida.

Decidió que no iba a tener rencor contra su padre. No iba a permitir que la amargura y la falta de perdón echaran raíces en su corazón. Aunque él no vio a su padre, él lo perdonó y dejó que todo el dolor y el sufrimiento del pasado se fuera. Y cuando comenzó a moverse hacia adelante con esperanza y perdón, Dios comenzó a restaurar su vida de una manera sobrenatural.

Hoy unos 22 años después, éste joven es un ministro del Evangelio de Jesucristo. Él estaba en el púlpito un domingo cuando de la nada, su padre entró en el auditorio. El joven no había visto a su padre desde la noche en que fue echado de su casa. Pero al final de ese servicio, durante el llamado al altar, su padre se arrodilló con gruesas lágrimas corriendo por su rostro. No sólo le pidió a su hijo que lo perdonara, si no que le pidió a Jesús que sea el Señor de su vida.

Debe haber habido una gran alegría en el cielo ese día, porque la Biblia dice: “El cielo será más feliz por un pecador que vuelve que por 99 justos que no se han ido lejos” (Lucas 15.7, NVI).

Así que tengo buenas noticias para usted. No importa donde usted está en la vida, con que problemas lucha, no importa lo que haya hecho usted en el pasado, o lo que los demás le hayan hecho a usted. Jesús es capaz de hacer con todo esto, borrón y cuenta nueva. Usted puede experimentar el mismo poder de la Resurrección. El poder de ser perdonado y de perdonar. Jesús está vivo.- Y Él quiere vivir en usted hoy.

Usted puede estar involucrado en una relación que ha estado muerta por años, al igual que el joven del que le hablé. Puede que sienta el dolor de las palabras negativas pronunciadas sobre su vida, o tal vez no ha hablado por tiempo con alguien y quiere recuperarlo. Tal vez hay cosas en su pasado de las cuales usted piensa que no puede ser perdonado. O tal vez usted se siente culpable por algún fracaso del pasado o por el resentimiento y la falta de perdón hacia alguien que la ha hecho daño.

Sea cual sea su necesidad, ¡Permita que Dios lo encuentre! Permita que el poder de su perdón limpie su vida y su corazón para que todas las cosas sean nuevas.

Quiero ayudarle a redescubrir ese poder de una manera nueva y fresca – para que usted pueda experimentar la esperanza, la paz, la alegría, y la victoria en cada área de su vida.

Dios no nos está esperando para hacernos mejores personas antes de perdonarnos. Jesús pagó en la cruz por todos nuestros pecados – “Siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros”, dice La Biblia en Romanos 5:8. Simplemente lo hizo porque Él le ama y quiere una relación con usted.

jueves, 4 de abril de 2013


¿QUÉ HAY DE NUEVO?




“…nunca decayeron sus misericordias… nuevas son cada mañana” (lamentaciones 3:22-23)

¿Estás pasando momentos difíciles? ¡No eres el único! La coyuntura era tan deprimente en Israel, que cuando Jeremías escribió uno de los libros de la Biblia lo tituló Lamentaciones. En el mundo de hoy, donde lo que predomina es el pensamiento positivo y el bienestar personal, ese no sería un título que vendería muchos ejemplares. Jeremías describió al pueblo de Dios como “viuda” y como “esclava”, diciendo: “…No hay ninguno que la consuele; todos sus amigos le faltaron, se le volvieron enemigos” (Lamentaciones 1:2). A medida que se va avanzando en el libro, versículo a versículo, las cosas van de mal en peor al describir cómo el pueblo de Dios está recibiendo el pago de lo que ha sembrado. Pero de repente, en medio de todo ese lamento, cuando las cosas no pueden ser peores, escribe Jeremías:…Por la misericordia del Señor no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias; nuevas son cada mañana. ¡Grande es tu fidelidad!” (Lamentaciones 3:22-23).

¿No es algo maravilloso? El amor, la compasión y la fidelidad de Dios están depositados en una cuenta que nunca se quedará sin fondos y a la que nunca tendrás que contribuir, por el resto de tu vida. En un mundo despiadado donde sobreviven los más fuertes, saber eso nos reconforta. La próxima vez que alguien te pregunte: ‘¿Qué hay de nuevo?’ responde: ‘El amor, la compasión y la fidelidad de Dios.’ El diccionario define la “compasión” como “sentimiento de pena provocado por el padecimiento de otros, e impulso de aliviarlo, remediarlo o evitarlo”. Por lo tanto, cuando te despiertas, sé como la mujer que oraba: ‘Señor, me alegro tanto de que tus misericordias sean nuevas cada mañana, porque ayer agoté todas las existencias”.