miércoles, 28 de noviembre de 2012

EL PELIGRO DEL ORGULLO



Perfecto eras en todos tus caminos desde el día en que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad.” Ezequiel 28:15.

De la perfección a la maldad. ¿Cómo es posible? Lucifer era perfecto, al salir de las manos del Creador. Pero, justamente por ser perfecto, nece­sitaba ser libre. Si no pudiese decidir, no sería libre; sería apenas un esclavo del bien, y no sería perfecto. Su tragedia fue pensar que podía vivir solo: decidió separarse del Creador y seguir un camino extraño. El orgullo es eso: la insensata idea de que puedes vivir solo.

Nadie puede; todos los seres creados somos dependientes. Vinimos de las manos del Creador, y solo seremos completos cuando nos volvamos a él. Pero, el orgullo te lleva a pensar que no necesitas de nadie; que eres autosuficiente y capaz de escoger tu propio camino. 

El resultado es que, lejos del Creador, aparece el deterioro. Lento, imperceptiblemente al comienzo. Pero, cuando un día abres los ojos, no te queda otra cosa sino un remedo de la imagen de Dios con la que fuiste creado.

A lo largo de mi vida, he conocido jóvenes brillantes. Tenían un mara­villoso futuro por delante; parecían un sol naciente, en las frías mañanas de invierno. Tal vez, justamente por eso creyeron que podían reinar, soberanos, en el escenario de su propia existencia. Hoy, queda poca cosa de ellos.

El origen del orgullo es un misterio; la Biblia no lo explica. Dios describe lo que sucedió pero, por algún motivo, no nos explicó el porqué ni el cómo. Simplemente, nos muestra el triste destino de separarse de la Fuente perma­nente de la vida, que es él. Si, por algún motivo, crees que puedes decidir solo, detente y piensa.

Dios permitió que el ser humano organizase el tiempo en días, semanas, meses y años, quién sabe por eso: para darte la oportunidad de hacer un alto y reflexionar. Reflexionar es vivir; y vivir es corregir, todos los días, a cada instante, siempre que percibes que te estás yendo fuera del camino que un día el Creador te preparó.

Haz de este un día de reflexión. ¿Quién es el centro de tu vida y de tus decisiones? ¿Quién ocupa el primer lugar en tu existencia?

Aprende de la historia. La historia de Lucifer es una historia triste, porque: “Perfecto era en todos sus caminos desde el día en que fue creado, hasta que se halló en él maldad’

DIOS TE BENDIGA

martes, 27 de noviembre de 2012

EL INVOCAR A DIOS NUESTRO PADRE




Ya que invocan como Padre al que juzga con imparcialidad las obras de cada uno, vivan con temor reverente mientras sean peregrinos en este mundo.” 1 Pedro 1:27 (NVI)

Invocar significa: Apelar a un poder superior, especialmente a una divinidad o espíritu, como ayuda o defensa en una mala situación. Llamar a alguien pidiendo favor y auxilio. Acogerse a una ley. Llamar, implorar, suplicar, impetrar, apelar, exponer, alegar.

Desde que tengo memoria, cada vez que invoqué a Dios, fue para pedirle algo. Siempre mi motivación estaba en buscar ayuda o una solución. Y a mayor problema, mayor era mi cantidad de invocaciones. Es un principio bíblico este de clamar insistentemente hasta que Dios nos de lo que pedimos, y siempre nos quedamos con esa parte de la verdad.

Pero me di cuenta con los años, que solo tomaba de la Biblia la porción que más me convenía haciendo oídos sordos a la contrapartida de esa promesa maravillosa. Leyendo una vez más el libro de Pedro, Dios me recordó mi error parcial y me hizo notar esta parte de mis responsabilidades que prefería evitar. Es cierto que Dios escucha y responde aquellas cosas que le pedimos en su Voluntad. Y que es un Dios bueno, misericordioso, generoso y paciente.

Pero existe una condición a nuestro clamor que muchas veces nos olvidamos de cumplir. Y Pedro es bien claro en este sentido. Si implorás al Padre, entonces viví en el temor de Dios. Temor no es miedo, no es terror al castigo. Temor a Dios es respeto a Dios, es veneración por su Santidad. Es vivir con el cuidado diario de no ofender ni agraviar a Dios con nuestra actitud cotidiana. 

Parece un contrasentido tener que escribir esto, pero nos acostumbramos a pecar porque no tenemos un castigo inmediato de parte de Dios. Si Dios cambiara su manera de relacionarse con el ser humano y castigara fulminantemente un pecado, como lo hizo con Ananías y Safira que mintieron en la iglesia, ¡seguramente, todos cambiaríamos inmediatamente de actitud!

Pero como disfrutamos de la Gracia divina y Dios es paciente y amoroso, nos abusamos. Seguimos pidiéndole que nos ayude, pero no cumplimos nuestra parte. Vivimos pecando, enojados, con rencor, con egoísmo, envidiando, apáticos, indiferentes, excusándonos, es decir, sin temor de Dios.

¿Quieres respuesta a tus pedidos? Es tiempo de cambiar de actitud. Haz un pacto con Dios, vive con temor de Dios cada día. Y vas a ver. Dios siempre cumple.

REFLEXIÓN – Si invocas, obedece.

jueves, 22 de noviembre de 2012

AVIVE EL PODER DE DIOS


Deseando verte, al acordarme de tus lágrimas… Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti… Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.”– 2 Timoteo 1:4,6,7
Habrá veces en la vida cuando usted podrá discernir lo que Dios quiere que haga, pero sentirá que no tiene los recursos en sí mismo para hacerlo, sentirá que se ha secado internamente. Pero usted sabe que la Palabra dice que “de su interior correrán ríos de agua viva” (Juan 7:38). Pero, en esos momentos, usted ni siquiera puede encontrar el riachuelo, mucho menos el río.
La Palabra de Dios nos da una orden clara en cuanto a qué hacer en tal situación; nos dice que debemos avivar el fuego del don de Dios que está en nosotros. 
Lo que usted debe hacer es avivarse a sí mismo, y para hacerlo, ya tiene en su interior lo que necesita; Jesús ya lo puso ahí. Todo lo que necesitará en la vida para llevar a cabo lo que Dios le ha llamado a hacer ya ha sido puesto en su interior por el Dios Todopoderoso. La fe, el poder y el amor ya están ahí. Créalo, declárelo, dígalo.
Confiese esas cosas ahora mismo en voz alta: “En el nombre de Jesús, avivo el don que está en mí por la fe. No voy a esperar hasta sentirme avivado, sino que lo avivo por la fe. Estoy dando un paso de fe y sé que después los sentidos me seguirán. Avivo también el amor y el poder de Dios que están en mí. Me estoy avivando y estoy echando al diablo de mis asuntos. Me estoy avivando en el Espíritu del Dios viviente. ¡ESTOY avivado!”

Kenneth Copeland

miércoles, 21 de noviembre de 2012

UN FINAL ELECTRIZANTE



Jesús resucita al hijo de una viuda.” Lucas 7,11-15  

Jesús se dirigió poco después a un pueblo llamado Nain, y con el iban sus discípulos y un buen número de personas. Cuando llego a la puerta del pueblo, sacaban a enterrar a un muerto: era el hijo único de su madre, que era viuda. Y mucha gente del pueblo la acompañaba.  Al verla, el Señor se compadeció de ella y le dijo: “No llores”  Después se acerco y toco el féretro. Los que lo llevaban se detuvieron. Dijo Jesús entonces: ’Joven yo te lo mando, levántate’’  Se incorporo el muerto inmediatamente y se puso a hablar. Y Jesús se lo entrego a su madre.

En el evangelio vemos  que hay dos caravanas que marchan: Una que lleva vida, la otra que lleva muerte.   Jesús resucita a un joven, el evangelio  no dice la edad del muerto, solo dice que era un joven,  probablemente como era joven había enfermado,  y antes de morir había acudido al médico.

Hablando de enfermos, médicos  y cirugías estaban varios niños en un curso de primeros auxilios,  el instructor pregunta a los niños: ¿Ustedes saben por qué los médicos llevan una mascarilla antes de hacer una cirugía?, niños han visto  que los médicos se cubren la cara antes de una operación, ¿Por qué lo hacen?  Pasa un segundo, pasan tres segundos, pasan treinta segundos y nadie respondía, de pronto se pone en pie Tavito uno de los niños diciendo con firmeza: “ellos usan mascarilla para no ser reconocido por el paciente por si mete la pata” seguro se  cubren la cara para no ser reconocidos por su paciente, si se equivocan en la cirugía…”

Muchas veces estamos enfermos del alma, cuando pasamos por alguna tribulación,  llega el momento del dolor y sufrimiento,  en estos momentos aparecen los “aparentes  doctores” se ofrecen los “falsos médicos del alma” y  nos dicen: tengo la solución a tu problema”,  “yo puedo ayudarte’’, los enemigos de nuestra alma se camuflan, se disfrazan y muchas veces lo hacen como dijo el niño con la cara cubierta,  para no ser reconocidos.

No nos equivoquemos de médico, el único doctor que tiene poder para devolvernos la vida y vida en abundancia  es Cristo Jesús, en este momento a los que estamos muertos en vida, a los que están enfermos, sufriendo, a los que están tendidos en el suelo sin esperanza, Cristo les dice:  ¡LEVANTENSE!

El joven luego de volver a la vida,  después de algunos años volvió a  morir,   el evangelio no muestra que paso con el joven que Cristo  levanto de entre los muertos.

Cuando meditaba en este pasaje bíblico  vino a mi mente una pregunta referente al joven:¿Cómo viviría después de resucitar?  ¿Llevaría una vida productiva?  O ¿una vida sin novedad? ¿Llevaría una vida emocionante?  O tendría una vida como la mayoría ¿aburrida monótona y rutinaria?

De vida aburrida, monótona y rutinaria   dos amigos estaban dialogando,  uno le pregunta al otro: ¿haz pensado como vas a morir?  ¿Cómo quieres morir?    Lidubino al escuchar esta pregunta se apresura a responder: lo tengo decidido “’voy  a morir con los dedos en el enchufe’’,  ¿por qué? Vuelve a preguntar su amigo,   Lidubino sonriendo dice:quiero morir con los dedos en el enchufe, porque quiero tener un  final que sea electrizante…

En esta noche el Señor así como entro al pueblo de Naim para resucitar a un joven, también quiere entrar pero esta vez quiere entrar en su vida,  Jesucristo está vivo,  El es el mismo de Ayer de Hoy y de siempre.(Hebreos 13,8)  En estos instantes  Jesucristo se detiene y observa a todos los que están muertos en vida,  es decir todos los que están sin esperanza,  los que sufren, los que están enfermos de cuerpo y alma,  los atribulados llenos de problemas, los que están por el suelo, los que se arrastran ante los faraones del mundo, los que piensan que ya no hay vida, ya no hay solución para su dolor, para su enfermedad y sufrimiento a todos ellos les dice: ¡LEVANTENSE!, a ti te digo Carmen levántate,  a ti te digo Juan: ¡levántate!,  a ustedes que leen este mensaje les dice: LEVANTENSE.

¡Hoy es el día de la salvación!, este día estaba hecho desde la eternidad para  que Cristo llegue a nuestra vida.  Deje que él entre en su corazón, que sane su  corazón enfermo y herido por los falsos doctores que se cubrieron la cara y lo han dejado más muerto que vivo. Jesucristo quiere darnos la oportunidad de cambiar la muerte por la vida.  Deje que El entre a su vida Monótona, aburrida y rutinaria,  Con Cristo en la caravana de su vida,  usted vivirá una vida diferente, una vida plena, una vida de película, una vida emocionante, una vida fantástica y lo mejor de todo es que el final de su vida tendrá un final electrizante, su vida será llena de la LUZ DIVINA,  luz que tiene poder para darle VIDA y VIDA ETERNA.  Amen

lunes, 19 de noviembre de 2012

DIOS MIRA EN TU CORAZÓN


“…EL SEÑOR JUZGA LOS MOTIVOS” Proverbios 16:2 NVI

Henry Blackaby cuenta la historia de un hombre que se creía muy bueno y oraba así: ‘Señor, algo no va bien. Leo la Biblia, hago oraciones regularmente, no falto a la iglesia y siempre doy dinero para obras benéficas; y sin embargo siempre ando justo. Mi hermano, en cambio, no hace ninguna de esas cosas y tiene un montón de dinero. ¿Cómo es que le das a él tanto y a mí tan poco?’ Tras una pausa, se oyó una voz que decía: ‘¡Porque tú eres un santurrón y un soberbio!’ Nos dice la Biblia: “…Dios resiste a los soberbios y da gracia a los humildes” (Santiago 4:6). El Señor ve las intenciones de tu corazón y juzga tus motivos.

Puedes asistir a la iglesia, pero con un corazón alejado de Dios, como los israelitas. Isaías 1:10-17Puedes ayudar a los necesitados y seguir siendo avaricioso, como Judas. Juan 12:4-8


Puedes proclamar tu amor por Jesús y al mismo tiempo ser influido por el diablo, como Pedro. Mateo 26:31-35

Puedes hacer muchos sacrificios y aun así vivir en desobediencia, como el rey Saúl. 1 Samuel 13:7-14

Incluso puedes ser un pastor que ama las grandes multitudes, pero que no tiene tiempo para los individuos. ¡Analiza el estado de tu corazón! El Buen Pastor dejó a las noventa y nueve ovejas y se fue a buscar a la que estaba perdida. Luego la cargó en sus hombros y la llevó a casa con gran alegría. “…El Señor juzga los motivos” (Proverbios 16:2 NVI). El Señor se fija en tu corazón. Por lo tanto, todo lo que haces debería tener su origen en tu amor a Él y a los demás. Mira más allá de tus acciones, sopesa los motivos y pídele a Dios que te revele lo que Él ve.

viernes, 16 de noviembre de 2012

EL DAR SIEMPRE LA GLORIA A DIOS



En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos.” – Juan 15:8

En algunos círculos cristianos existe una tradición que dice que cuando los hijos de Dios soportan abnegadamente el dolor y el sufrimiento, el Señor recibe la gloria y el mundo queda admirado. ¡Qué mentira! Eso es una artimaña del diablo para tener esclavizados a los hijos de Dios.

La gente del mundo ya tiene suficiente dolor y sufrimiento, no quiere aumentarlos sino más bien evitarlos. A esa gente no le interesa lo que uno predique. Es la gente religiosa la que se preocupa por esas cosas. Los inconversos tienen mejor sentido común; ellos quieren ver resultados, por eso vienen a la iglesia cuando oyen que la gente está siendo sanada, liberada y rescatada del sufrimiento. Eso es lo que ellos están buscando, y eso es lo que Dios quiere que reciban.

La Biblia dice que Dios recibe la gloria cuando ellos ven a los paralíticos caminar y a los ciegos ver (Mateo 15:31). Jesús dijo: “En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto… ” (Juan 15:8). ¿A cuál fruto se refiere? Al fruto de las vidas restauradas y sanadas por el poder de Dios.

A una de nuestras campañas de sanidad llegó un hombre que tenía un cáncer tan avanzado que casi no había energía ni vida en él. Ni siquiera conocía al Señor, pero llegó con la esperanza de recibir un milagro. Durante las sanidades, el Señor le dijo a Ken que alguien estaba siendo sanado de cáncer en las glándulas, en la garganta y en el pecho. Cuando el hombre vino y recibió la sanidad, dijo: “Salí del hospital esta mañana con cáncer, pero ahora he sido sanado”. Él volvió al hospital esa tarde y los médicos lo examinaron y le dieron de alta. Como resultado, él recibió a Jesús como su Señor, y más tarde ese mismo día se reconcilió con su esposa, de la cual había estado separado. En el mismo día fue sanado, fue salvo y su matrimonio fue restaurado.

¡Eso es fruto! Eso da gloria a Dios. Cuando ministramos sanidad y liberación como lo hizo Jesús en la tierra, eso da gloria a Dios. Deshagámonos de la tradición religiosa y sigamos lo que la Palabra dice.

Hagamos que el mundo se admire de Jesús para que Dios reciba la gloria.

Juan 15:1-16
15:1 Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. 
15:2 Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto. 
15:3 Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado. 
15:4 Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.
15:5 Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. 
15:6 El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden. 
15:7 Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho. 
15:8 En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos. 
15:9 Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor.
15:10 Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor. 
15:11 Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido.
15:12 Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado.
15:13 Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos. 
15:14 Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. 
15:15 Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer. 
15:16 No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé. 

jueves, 15 de noviembre de 2012

PODÁIS ESTAR FIRMES CONTRA LAS ASECHANZAS DEL DIABLO




Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo”. Efesios 6:11 (RV 95)

Hace algunos años vi una película estupenda (para mi al menos) que se llamaba 300. Contaba la historia de un ejército de 300 espartanos que debía detener en un desfiladero a un ejército de 100.000 persas. En tiempos donde las batallas se ganaban por el peso específico de la cantidad de soldados, una lucha pensada desde esta óptica era insostenible. No había alternativa que puedan comenzar a pelear. Cualquiera descontaba la victoria aplastante de los persas.

Sin embargo, los espartanos se plantaron en el acantilado dispuesto a dar pelea, con una única premisa. No se puede dejar pasar a los persas. Y un argumento lógico, 100.000 no pueden pasar por donde solo hay lugar para 100.

La primera escena del primer ataque persa intentando aplastar a su enemigo es tremenda. Y cuando venía la turba corriendo y se acercaban con ferocidad, el rey espartano solo repetía fuerte y seguro dos palabras: Firmes y constantes.

La misma idea nos platea el apóstol acostumbrado a ver a los soldados romanos en sus múltiples cautiverios. Y nos advierte que tenemos una lucha tremenda, porque nuestro enemigo no es menor. Es un estratega que planea asechanzas para derribarnos, atacando nuestros puntos débiles. El diablo es un especialista en estudiarnos para encontrar nuestras debilidades. No lee nuestro pensamiento, no puede estar en todos lados; pero con su ejército de demonios nos estudia en cada momento de nuestra vida, para saber donde golpear.

Sería una lucha desigual, y estaríamos condenados a la derrota si no fuera por un glorioso detalle. No peleamos solos. Tenemos a nuestro lado al Eterno Vencedor, al que mató a la muerte, al que derrotó al último enemigo, nuestro Aliado es el mismísimo Jesucristo.

Pero la victoria obtenida por Jesucristo que determina su triunfo absoluto en la guerra, no nos garantiza la victoria en cada batalla cotidiana. Para vencer cada día, es necesario nuestra actitud. Por eso Pablo nos alienta a mantenernos firmes. A estar despiertos y alerta, a no bajar los brazos, a no descuidarnos, a no perder el tiempo, a no dormirnos en los laureles, a no ser indiferentes al llamado, a no perder la santidad.

Cualquier descuido puede significar una caída. No permitas que el enemigo te gane. Dios te alienta y sostiene, pero tu:

REFLEXIÓN – Tienes que estar firme.

Dios te bendiga!

martes, 6 de noviembre de 2012

EL TESTIMONIO INTERIOR DEL HOMBRE


El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.” – Romanos 8:16

¿Se le hace a usted difícil oír la voz de Dios? ¿Se encuentra atrapado en alguna situación confusa y necesita consejo, sin embargo, después de orar y de leer la Palabra aún no está seguro de lo que Dios quiere que haga?

Yo he tenido esa experiencia. Conocía la Palabra escrita de Dios y ponerla en práctica cambió mi vida. Pero cuando se trataba de decisiones para las cuales no había una respuesta directa en la Palabra, no estaba seguro de qué hacer. Por ejemplo, decisiones como a cuál ciudad trasladarse, y otras cosas por el estilo. Lo que me guardó fue el conocimiento de que estaba haciendo lo correcto. La Palabra escrita de Dios y el testimonio interno son dos cosas diferentes, nunca se contradicen, pero ambos son parte vital de nuestro andar con Dios.

Por ejemplo, Dios esperaba que Israel obedeciera su Palabra escrita. Pero también les dijo: “Obedeced mi voz” (Jeremías 7:23), porque quería que conocieran su voluntad en situaciones específicas. Eso sucedió cuando Israel conquistó Jericó: el pueblo obedeció la voz de Dios. De otra manera, ¿de dónde más hubieran sacado ese extraño plan de batalla? No estaba en la ley de Moisés y a nadie jamás se le hubiera ocurrido que marchar siete días alrededor de la ciudad sería una gran estrategia militar.

Pero, ¿cómo nos habla Dios? ¿Nos grita desde el cielo? Romanos 8 dice que el Espíritu Santo da testimonio a nuestro espíritu. Eso significa que las instrucciones de Dios vienen de adentro, no de afuera. A veces, cuando oiga la voz de Dios, usted quizá diga: “Señor ¿soy yo o eres Tú?” Eso se debe a que Dios por lo general no pone de forma directa pensamientos en su mente, sino que habla a su espíritu, y este convierte la voz de Dios en pensamientos.

Empiece hoy a prestar atención al testimonio, al conocimiento, al consejo y a la voz apacible que siente dentro de usted. Si parece que es su voz, no se sorprenda, es su voz: es su espíritu que está siendo aconsejado por el Espíritu de Dios. Cuando usted nació de nuevo, su espíritu se convirtió en un consejero seguro porque renació del Espíritu de Dios. Dios le impartió a usted su naturaleza y el Espíritu Santo vino a vivir en su espíritu para enseñarle y guiarle en la vida.

viernes, 2 de noviembre de 2012

LA VERDADERA SANTIDAD EN LA BIBLIA


Pues está escrito: Sean santos, porque yo soy santo.” 1 Pedro 1:16 (NVI)

Es indudable que Dios es único. No importa que religión se profese, o que dogma tenga cada uno sobre la liturgia y las costumbres, coincidimos todos en que Dios no tiene otro igual. Se podrían nombrar muchas de sus cualidades o atributos. Y cada una de ellas, motiva a adorarlo. Nadie cuestiona que Dios sea amor, justo, perfecto, sublime, soberano, constante, conocedor, eterno, misericordioso, paciente, pacífico, contenedor, cuidador, amable, todopoderoso, omnisciente, omnipresente, alto, entre otras.

Se escribieron miles de libros y canciones que resaltan cada uno de sus atributos y la Biblia está llena de menciones al respecto. La Escritura confirma que Dios es Dios. Y tiene todos sus atributos perfectos y permanentes. Cada uno podría agregar más cualidades de Dios a la lista de arriba, pero hay una que es distinta.

Dios es santo. Y lo llamativo de este hecho es que es la única cualidad de Dios que cuando se menciona, se repite tres veces. En ningún lugar se dice que Dios es justo, justo, justo; o bueno, bueno, bueno. Pero en reiterados pasajes, al hablar sobre si mismo Dios dice que Él es Santo, Santo, Santo. Todos los demás se mencionan una sola vez.

Santo significa separado, apartado, especial, único. Y Dios lo es. Por eso es que su pedido a sus hijos, es que repliquen en sus vidas, este atributo por triplicado de Dios. Por eso es que su pedido reiterado y permanente a sus hijos es que guarden la santidad.

Dios es tres veces santo, y demanda de sus hijos justamente lo mismo. Lamentablemente vivimos en días cuando relativizamos todo y creemos que podemos movernos impunes a pesar de romper las reglas de Dios. Que podemos manchar la santidad inmaculada de Dios con pecados cotidianos y que no vamos a tener consecuencias.

Es un argumento que el diablo se esfuerza en vendernos, para hacernos pecar sin culpa. Pero si por un segundo pudiéramos ver nuestra santidad, en la misma dimensión que Dios la ve, y lo muchísimo que le duele cada pecado nuestro, tendríamos mucho más cuidado. Por algo Dios es tres veces santo. Porque le importa muchísimo que lo imites. Y si vivís santamente, todo los demás atributos de Dios son sencillos de cumplir.

REFLEXIÓN Dale al tema, la importancia que Dios le da.