TÚ ESCOGES

Pero
la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que
Jehová Dios había hecho… Génesis 3:1 (p.p.).
Su
rostro, reflejado en la pantalla de la computadora, mostraba la lucha
de su corazón: con el mouse en la mano, enfrentaba una intensa
batalla interior; tan intensa como la lluvia que caía en la
ciudad, aquella noche. ¿Cuál era el problema? ¡Nunca nadie lo
sabrá! Si fuese un enviciado, tal vez; pero, Carlos solo consideraba
aquello un pasatiempo. Su mente fabricaba argumentos, con el fin
de comprar aquella película, pero su corazón gritaba: ¡No! La
batalla de Carlos es la figura exacta de lo que sucede a muchos que
buscan argumentos racionales para avalar sus pecados. Desde que el
mundo es mundo, el ser humano intenta justificar las cosas malas.
En
la soledad de la noche, una lista infinita de argumentos desfiló por
la mente de Carlos: “Eso era malo en el
tiempo de
mis padres”; “Eso es terrorismo de la iglesia”; “Moralismo
barato”; “Puritanismo sin lógica”. Ante todos esos argumentos,
¿cómo no iba a ser víctima de sus deseos?
En
su abierta rebelión en contra de Dios, el ser humano lo ataca
argumentando que es un déspota, un tirano, un dictador que se
complace en quitar la libertad de sus criaturas, al bloquear los
“placeres” de esta tierra con un sello de “prohibido”. Esa
acusación no es nueva; nunca lo fue: hace miles de años, uno de los
ángeles inició una rebelión celestial utilizando las mismas
acusaciones.
Dios
ama a sus hijos y, en su infinito amor, dice “No” para algunas
cosas, y orienta a sus hijos a obedecer por su propia seguridad. Dios
jamás obliga a nadie a seguir el camino que él presenta: la
decisión siempre es tuya. Una prueba de eso es el árbol del bien y
del mal, en el Jardín del Edén. No estaba escrito, pero la opción
de escoger era potestad del ser humano. La obediencia
a
Dios no es esclavitud, sino el resultado de una elección.
Hoy,
al salir para vencer tus desafíos, con seguridad encontrarás muchos
“árboles” de prueba. En todas las situaciones recuerda que,
cuando Dios ordena que no comerás del árbol de la ciencia del
bien y del mal, es porque te ama; pero la
elección
es siempre tuya. Recuerda que : “la serpiente era astuta, más que
todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho…”
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