EL DAR SIEMPRE LA GLORIA A DIOS
“En esto
es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así
mis discípulos.” – Juan 15:8
En algunos círculos
cristianos existe una tradición que dice que cuando los hijos de
Dios soportan abnegadamente el dolor y el sufrimiento, el Señor
recibe la gloria y el mundo queda admirado. ¡Qué mentira! Eso es
una artimaña del diablo para tener esclavizados a los hijos de Dios.
La gente del mundo ya
tiene suficiente dolor y sufrimiento, no quiere aumentarlos sino más
bien evitarlos. A esa gente no le interesa lo que uno predique. Es la
gente religiosa la que se preocupa por esas cosas. Los inconversos
tienen mejor sentido común; ellos quieren ver resultados, por eso
vienen a la iglesia cuando oyen que la gente está siendo sanada,
liberada y rescatada del sufrimiento. Eso es lo que ellos están
buscando, y eso es lo que Dios quiere que reciban.
La Biblia
dice que Dios recibe la gloria cuando ellos ven a los paralíticos
caminar y a los ciegos ver (Mateo 15:31).
Jesús dijo: “En
esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto… ”
(Juan 15:8). ¿A
cuál fruto se refiere?
Al fruto de las vidas restauradas y sanadas por el poder de Dios.
A una de nuestras
campañas de sanidad llegó un hombre que tenía un cáncer tan
avanzado que casi no había energía ni vida en él. Ni siquiera
conocía al Señor, pero llegó con la esperanza de recibir un
milagro. Durante las sanidades, el Señor le dijo a Ken que alguien
estaba siendo sanado de cáncer en las glándulas, en la garganta y
en el pecho. Cuando el hombre vino y recibió la sanidad, dijo:
“Salí del hospital esta mañana con cáncer, pero ahora he sido
sanado”. Él volvió
al hospital esa tarde y los médicos lo examinaron y le dieron de
alta. Como resultado, él recibió a Jesús como su Señor, y más
tarde ese mismo día se reconcilió con su esposa, de la cual había
estado separado. En el mismo día fue sanado, fue salvo y su
matrimonio fue restaurado.
¡Eso es
fruto! Eso da gloria a Dios.
Cuando ministramos sanidad y liberación como lo hizo Jesús en la
tierra, eso da gloria a Dios.
Deshagámonos de
la tradición religiosa y sigamos lo que la Palabra dice.
Hagamos que el
mundo se admire de Jesús para que Dios
reciba la gloria.
Juan 15:1-16
15:1 Yo
soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador.
15:2 Todo
pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que
lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto.
15:3 Ya
vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado.
15:4 Permaneced
en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por
sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no
permanecéis en mí.
15:5 Yo soy la vid, vosotros los
pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho
fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.
15:6 El
que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se
secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden.
15:7 Si
permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid
todo lo que queréis, y os será hecho.
15:8 En
esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis
así mis discípulos.
15:9 Como
el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi
amor.
15:10 Si guardareis mis mandamientos,
permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos
de mi Padre, y permanezco en su amor.
15:11 Estas
cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro
gozo sea cumplido.
15:12 Este
es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he
amado.
15:13 Nadie tiene mayor amor que este, que uno
ponga su vida por sus amigos.
15:14 Vosotros
sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando.
15:15 Ya
no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su
señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de
mi Padre, os las he dado a conocer.
15:16 No
me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os
he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto
permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él
os lo dé.