UN CORAZÓN DESHIDRATADO
Por
Max Lucado
Dios
te invita a tratar tu alma sedienta así como tratas tu sed física.
Dios no te creó para vivir con el corazón deshidratado.
Texto:
Juan 7:37-39
Tú
sabes lo que es la sed física. Deja de beber líquidos haber qué
pasa. Un sin fin de reacciones terribles no tardarán en
manifestarse. Si privas tu cuerpo de los fluidos necesarios, tarde o
temprano te lo hará saber.
Priva
a tu alma de agua espiritual, y ella también te lo dirá. Los
corazones deshidratados envían mensajes desesperados, Temperamentos
irritados, Olas de preocupación, Culpa y Temor
crecientes, Desesperanza, Resentimiento, Inseguridad, Insomnio,
Soledad. Esas son señales y advertencias, síntomas de una sequedad
en lo más profundo del ser. Quizás nunca lo hayas visto así.
Pensaste que eran como policías acostados, una parte necesaria e
ineludible de la
vida.
¿Cambios
de ánimo? Todos pasan días grises, sábados tristes y domingos
largos y aburridos.
¿Acaso
no son inevitables esas emociones?
Sí
que lo son.
Aunque
de ningún modo inextinguibles. Considera los dolores de tu corazón,
no como luchas que debes soportar, sino como una sed interna que
necesitas saciar.
Dios
te invita a tratar tu alma sedienta así como tratas tu sed física.
Dios no te creó para vivir con el corazón deshidratado. De hecho,
tu hacedor te creo con sed para que sirva como iniciador de sequedad.
Y
“¡así como nuestra sed física no nos engaña!” pues hay un
líquido vital existente para saciarla; “¡la sed de tu alma,
tampoco te engaña”!, pues es un de los grandes indicadores, no
solo de la existencia de un Dios, sino también de la respuesta vital
(agua de vida) para tu alma, de dicho Dios.
¿Cómo
se logra esto?
Empieza
por hacer caso a tu sed. No pases por alto tu sensación de soledad.
No niegues tu rabia. Estos son algunos de los síntomas y las señales
que no debes ignorar. Necesitas hidratación. No dejes que tu corazón
se vuelva una pasa de uva. Por tu bien y el de aquellos que necesitan
tu amor. ¡Hidrata tu alma! Obedece a tu sed.
¿Qué
podemos hacer al respecto? Lo que hacemos típicamente no funciona.
Nos
vamos de vacaciones, tomamos píldoras, drogas o alcohol, lo
arriesgamos todo en el juego, aventuras en brazos más jóvenes, un
amor prohibido, adicción al trabajo con semanas laborales de ochenta
horas, etc.
Dan
cierto sentido de realización y saciedad, pero nunca quitarán la
sed del alma. A esto se lo llama <<Sorber del pantano>>.
Allí hay sustancias que no estamos hechos para ingerir.
Y
ten mucho cuidado con las botellas que tienen la etiqueta de
“Religión”. Jesús lo tuvo. Observa en qué situación decide
pronunciarse.
No está hablando a prostitutas, ladrones, belicosos, tampoco a
presos ni a alumnos de un reformatorio. No, se dirige a los
observantes y a los asistentes fieles de una convención religiosa.
Era
el equivalente del vaticano en domingo de resurrección. Están
desplegados los símbolos religiosos como en una venta callejera: el
templo, el altar, las trompetas y las túnicas adornadas.
Estos
son símbolos simplemente y él no los puso como fuentes. El apunta
hacia sí mismo, en donde los símbolos se cumplen. La religión
apacigua, pero nunca satisface. Bébelo a él.
¿Cómo
y donde hallamos agua para el alma?
Jesús
dio una respuesta cierto día de octubre en Jerusalén. La gente
había llenado las calles para la representación anual del milagro
del agua que salió de la roca por medio de Moisés.
En
honor a sus ancestros nómadas, dormían en tiendas o tabernáculos.
Como tributo a la corriente del desierto, derramaban agua.
Cada
mañana un sacerdote llenaba un jarrón dorado con agua de los
manantiales de Gihón y lo llevaba por un sendero rodeado de
espectadores hasta el templo. Hacía esto una vez por día durante
siete días.
En
el último, el gran día de la fiesta, el sacerdote daba siete
vueltas alrededor del altar, empapándolo con siete vasijas llenas de
agua.
<<En
el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la
voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree
en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de
agua viva…Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que
creyesen en él>>
Toda
la gente sorprendida, se quedó mirando la interrupción, en ese día
y momento, no era nada común, era casi interrumpir la gran fiesta.
Observemos la secuencia:
…puesto
en pie (al alcance de la vista de todos) ¿Acaso lo habían visto
hablar con tanta intensidad?
…Alzó
la voz… (Los rabinos enseñaban sentados y calmos) los Evangelios
usan el mismo verbo griego para describir el volumen en la voz de
Jesús. Cuando Pedro pidió auxilio en el mar tormentoso, el
endemoniado grito misericordia. Y el hombre ciego dio voces al clamar
por su vista.
No
fue un simple murmullo. Dios hizo tronar el martillo del cielo.
¿Por
qué? Porque Cristo demanda la atención de todos, incluyéndote.
Exclamó
por que le quedaba poco tiempo. Incluso el tuyo esta a distancia de
la falta de un suspiro. Porque la gente moría de sed.
Dios
no quedó callado. Nadie podrá decir que no lo escucho. Su amor es
vehemencia en alta vos. Nos dirigió la palabra y es una palabra
buena, buenas noticias de salvación, un Evangelio. Por lo que fue
con voz en cuello. La justa interrupción de cualquier cosa con
pretensiones de saciar incumplidas.
Jesús
lanzó a gritos su invitación:
¿Se
están marchitando interiormente?
Beban
de mí. Solo necesita tu permiso. Como el agua, Jesús no entrará si
no optas por ingerir y tragar. Hasta que te decidas beber el agua no
te dará beneficios. Puedes meterte hasta el cuello en medio de un
río y sin embargo morir de sed. A menos que bebas de Cristo,
seguirás siempre sediento. Bébelo a El. Y bebe con frecuencia.
Para
tal fin, te ofrezco esta herramienta: Una oración para el corazón
sediento.
Llévala
como el ciclista lleva so botella de agua. La oración incluye cuatro
líquidos esenciales para la hidratación del alma: la obra de Dios
por ti, la energía de Dios, su señorío y su amor.
-Señor
vengo sediento. Vengo a beber y recibir. Recibo tu obra en la cruz y
en tu resurrección. Mis pecados son perdonados y mi muerte es
derrotada. Recibo
tu energía. Revestido de poder por tu Espíritu Santo, puedo hacer
todas las cosas por medio de Cristo, que me fortalece. Acepto también
tú Señorío. Yo pertenezco a ti. Nada viene a mí sin haber pasado
primero por ti. Recibo asimismo tu amor eterno. Nada puede separarme
de tu amor.
¿Acaso
no necesitas sorber frecuentemente de la represa de Dios? Yo sí.
Le
he ofrecido esta oración en un sin número de situaciones: Reuniones
angustiosas, días insulsos, recorridos extensos, viajes
exigentes, decisiones que someten a prueba el carácter.
Muchas
veces al día voy al manantial subterráneo de Dios y a cambio de mi
pecado y muerte recibo de nuevo su obra, la energía de su Espíritu,
su señorío y su invariable amor.
Bebe
conmigo de su pozo sin fondo. No tienes que vivir con un corazón
deshidratado. Recibe la obra de Cristo en la cruz.