“…NUNCA DECAYERON SUS MISERICORDIAS; NUEVAS SON CADA MAÑANA” (Lamentaciones 3:22b,23)
Al
levantarte cada día, sé como esa mujer que decía: “Qué
bueno que la misericordia de Dios es nueva cada mañana, ¡porque ya
agoté todas las reservas de ayer!”.
El
Diccionario Webster define la misericordia como: ‘ternura
de corazón que predispone a la persona a pasar por alto las ofensas
o a tratar al ofensor mejor de lo que se merece’. ¡Ésta es la
descripción de la misericordia de Dios hacia ti!
David
fue un hombre que amó muchísimo al Señor; sin embargo, la lujuria
se apoderó de él y le llevó a cometer adulterio, y luego a hacer
que mataran al esposo de la mujer. La
razón por la que David habló de la misericordia de Dios es porque
¡necesitó una buena dosis de ella!
Sólo alguien que de verdad es sincero en la evaluación de sí
mismo, puede decir: “Alabad
al Señor, porque Él es bueno, porque para siempre es su
misericordia” (Salmo 107:1).
Si
piensas que tú eres el único responsable de tus éxitos, piénsalo
de nuevo. Pablo, el más grande de los apóstoles, escribió:
“…yo
sé que en mí, esto es, en mi carne, no habita el bien…”
(Romanos 7:18).
No
podemos ser misericordiosos hasta que hayamos aceptado nuestra propia
necesidad de misericordia – y hayamos aprendido a recibirla de
parte del Señor.
La verdad es que si fuéramos “perfectos”,
nadie nos podría aguantar, porque exigiríamos lo mismo de los
demás. Cada vez que olvidamos nuestras propias faltas, hacemos que
la convivencia con nosotros se haga difícil. En esos momentos, Dios
nos vuelve a recordar nuestra condición imperfecta. Él permite que
nos metamos en suficientes problemas para necesitar su misericordia,
mantenernos humildes, y por lo tanto, serle útiles.
La
fe es una respuesta a la misericordia de Dios, es un poco dificil de
entender este concepto. Pero es verdad que fe reponde siempre a su
misercordia, su misericordia nos levanta y transforma para siempre.
De manera tal que nunca más seremos los mismos que antes.
Fuente: http://www.devocionalescristianos.org/2014/01/reflexion-sobre-la-misericordia-de-dios.html

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