QUE TU FE SUPERE LAS EXCUSAS
Por
Juan Diego Luna
Lucas
22:31-32 dice: “Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí
Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo; pero yo he
rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a
tus hermanos.”
Todos
conocemos este pasaje cuando Jesús profetizó que Pedro lo negaría,
pero lo que más me impacta es la frase: “Que tu fe no
falte”. Porque eso significa que la fe puede faltarnos en
algún momento, aunque yo aprendí que Dios nos ha dado a cada uno la
medida de fe que nos sostendrá siempre. Entonces, ¿a veces
nos da fe y a veces nos la quita? ¿Por qué nos falta la fe en
ciertos momentos? Claro que Dios nos ha dado una fe
particular y personal que nos sirve para enfrentar nuestros retos,
pero de nosotros depende que nunca nos falte.
Pedro,
por ejemplo, necesitó una fe diferente a lo largo de su vida. Cuando
caminó sobre el agua y luego se hundió, vemos que tenía fe, pero
luego, en un instante, la perdió. Después, necesitó fe para
aprender con el Señor, aunque luego, la perdió al momento de
negarlo. Por eso, Jesús le dijo que rogaba para que su fe no le
faltara y así fue, porque se convirtió en el apóstol que confirmó
a miles.
Entonces,
es posible que la fe nos falte en algún momento, pero nuestra
responsabilidad es que nunca falte, sino que aumente. Seguramente,
cuando sales de la iglesia, llevas bien puestos los pantalones y te
sientes dispuesto a conquistar el mundo. Podrías decir: “Ahora sí
conseguiré el aumento de sueldo que deseo”. Pero si a al primer
intento no lo logras, poco a poco, tu fe decae. Algunos salen
convencidos de que es el momento para encontrar novia o novio, pero
luego de algunos días van decepcionándose y pierden la fe. Ya no
pides gustos sobre la persona ideal, sino que le pides a Dios que te
mande ¡alguien que por lo menos respire! Eso no puede suceder. Tu fe
no debe faltarte, al contrario, debe fortalecerse frente a las
adversidades.
De
hecho, la dificultad comienza cuando le pides algo a Dios, de lo
contrario no necesitaríamos fe. Al momento de decidirte a emprender
algo, viene el problema, la resistencia. En ese momento es cuando
necesitamos apretarnos más los pantalones y demostrar que creemos de
verdad. Por ejemplo, al enviar a Moisés a liberar al pueblo, Dios le
dijo que endurecería el corazón de Faraón. ¿Por qué endurecerlo
si lo que necesitaba era que lo ablandara? Porque el Señor
necesitaba ver la convicción de Moisés y de Su pueblo, ya que es
necesario tener carácter para pedir bendición y también para
recibirla, administrarla y compartirla. Pedir con fe y obtener lo que
deseamos es solamente el inicio del camino hacia el éxito que
culmina al alcanzar el beneficio de quienes nos rodean.
No
más excusas.
1
Samuel 17:34-36 relata: “David respondió a Saúl: Tu siervo era
pastor de las ovejas de su padre; y cuando venía un león, o un oso,
y tomaba algún cordero de la manada, salía yo tras él, y lo hería,
y lo libraba de su boca; y si se levantaba contra mí, yo le echaba
mano de la quijada, y lo hería y lo mataba. Fuese león, fuese oso,
tu siervo lo mataba; y este filisteo incircunciso será como uno de
ellos, porque ha provocado al ejército del Dios viviente.”
Cuando
quiero aprender acerca de la fe, me gusta leer sobre los héroes de
quienes habla Hebreos 11. Personalmente me gusta ponerme en los
zapatos de esas personas. Imagino qué hubiera hecho si me toca
cuidar a las ovejas de mi padre y veo un león o un oso llevándose a
una. ¡Seguramente corro pero para el lado contrario a donde va el
león Pero David los enfrentaba, tal como hizo con Goliat. Eso es
usar la fe al extremo, sin excusas. Estoy seguro de que si mi papá
hiciera un inventario de las ovejas y ve que falta una, no me
regañaría si le explico que se la llevó un león. Como tú no
regañarías a tu hijo si no enfrenta y mata a un ladrón que entra a
tu casa. Cualquier padre le diría a su hijo: “Qué bueno que estás
bien y no te sucedió nada, lo material se recupera”. Así que
David tenía la excusa perfecta para no usar su fe y evitar al león
o al gigante. De hecho, nadie le pidió que se enfrentara a Goliat.
Al contrario, el rey Saúl le pidió que no lo hiciera porque estaba
en desventaja. Sin embargo, David usó su medida de fe y logró más
de lo que le pedían. ¿Hasta cuándo pondremos excusas para no
utilizar nuestra fe?
Abraham
tenía la excusa perfecta para no creer por un hijo. Pudo decirle a
Dios: “Mira, estoy casi muerto”. Noé también tenía la excusa
perfecta para no creer y evitar construir el arca ya que nunca había
llovido, pero no buscaron excusas y continuaron creyendo a pesar de
todo. Muchas veces utilizamos excusas para librarnos de la culpa, al
ver que no logramos hacer realidad las promesas de Dios en nuestra
vida. Los jóvenes se excusan en el abandono de sus padres para no
estudiar o andar en malos pasos, los trabajadores se excusan en la
actitud exigente de los jefes para no esforzarse y comprometerse con
sus metas, los empresarios se excusan en la difícil situación del
país para no invertir y hacer crecer sus negocios. Claro que son
excusas perfectas y válidas, pero aunque todo esté en contra,
debemos decir: “Dios está conmigo y ¡derrotaré al
devorador!” ¡Llénate de fe y deja las excusas a un lado
para lograr lo que te propones!
De
hortaliza a héroe.
Lucas
17:6 explica: “Entonces el Señor dijo: Si tuvierais fe como un
grano de mostaza, podríais decir a este sicómoro: Desarráigate, y
plántate en el mar; y os obedecería.”
Marcos
4:30-32 también comparte: “Decía también: ¿A qué haremos
semejante el reino de Dios, o con qué parábola lo compararemos? Es
como el grano de mostaza, que cuando se siembra en tierra, es la más
pequeña de todas las semillas que hay en la tierra; pero después de
sembrado, crece, y se hace la mayor de todas las hortalizas, y echa
grandes ramas, de tal manera que las aves del cielo pueden morar bajo
su sombra.”
Jesús
comparó la fe con el grano de mostaza pero no porque fuera pequeña
como este, sino porque la fe, como el grano, debe rebasar las
expectativas y llegar a ser la más grande. El Señor no dijo: “Que
tu fe sea pequeña como el grano de mostaza”, dijo que imitáramos
al grano de mostaza que crece muchísimo. Al pensarlo, este grano de
mostaza también tenía la excusa perfecta para no crecer porque es
la más pequeña de las semillas, pero no buscó excusas y se
convierte en un árbol enorme. Entonces tenemos dos parámetros, el
del grano de mostaza y el de los héroes. ¿Cuál seguirás?
Te
desafío a ser como los héroes que van más allá de toda
expectativa humana y confían totalmente en el Señor. En mi grupo de
amistad, cuando llega el momento de pedir, me gusta hacer petición
por cosas materiales porque sé que a mi Padre puedo pedirle todo lo
que deseo, no solo lo que necesito. Por eso, en el Padre Nuestro le
pedimos el pan de cada día para hoy, es decir que pedimos
abundancia. Entonces, yo pido una computadora nueva para el semestre,
además de bendición y prosperidad para mi familia. Imagina que en
tu grupo una pareja de ancianos pidiera un hijo o que un amigo
pidiera que Dios le ayude a construir un bunker en su casa porque él
y su familia repoblarán la tierra luego de la extinción.
¡Seguramente pensarías que están locos! Pues justamente eso es lo
que sucedió con Abraham y Noé. Todos pensaban que estaban dementes,
pero ellos creyeron esperanza contra esperanza, no pusieron excusas y
lograron el propósito para el cual estaban llamados. Ellos fueron
más allá, no tuvieron fe de semillas de mostaza sino de héroes.
Los
mismo debemos hacer nosotros. Si pides por tener una clínica médica,
atrévete a pedir como semilla de mostaza y pide varias clínicas,
pero luego, atrévete a ser un héroe y pide un hospital. Siempre
busca ir más allá con tu medida de fe, sin excusas ni pretextos. Si
pedías porque tu hijo volviera a casa, ahora pide porque sea el
joven que enseñe valores a toda tu comunidad, y más aún, pide como
héroe porque llegue a ser el predicador más grande de tu país. Si
tienes una pequeña cafetería, usa tu fe como el grano de mostaza
que se convierte en la más grande de la hortalizas y pide un
restaurante, pero luego, atrévete a usar tu fe como un héroe y pide
por una cadena de restaurantes en toda Latinoamérica.
Si
nos atrevemos a usar nuestra fe sin excusas, estoy seguro de que
seremos los héroes del libro de Dios que leerán las futuras
generaciones. Cuéntale tus sueños a las personas para que te vean
como un loco. Porque llegará el día cuando vean que lograste hacer
tus sueños realidad. Si Dios lo ha puesto en tu corazón es porque
quiere que lo logres.
¡Inyecta
la fe de los héroes a tus peticiones, supera la fe de la hortaliza
más grande y verás que alcanzarás nuevas alturas!

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