BIENAVENTURADOS
LOS QUE LLORAN
Jesús
no promete consolar toda tristeza sino la tristeza que es apropiada,
la que está de acuerdo a la situación y “es según la
voluntad de Dios.”
2ª Corintios 7:10
Cristo
declara que felices son los que lloran algo que a primera vista
pareciera una contradicción. Pero, al meditar sobre este pasaje uno
llega a la conclusión de que no solamente no son incompatibles,
sino que además es la receta divina para la felicidad.
Empecemos
con la palabra “llorar”. En el Nuevo Testamento existen 9
palabras diferentes para expresar tristeza. La palabra que Jesús
emplea en Mateo 5:4 es la más fuerte de las nueve. Expresa el
lamento de un corazón quebrantado. Pocas veces lo experimentamos, o
mejor dicho para muchos a menudo no nos permitimos experimentar esta
clase de tristeza. Sin
embargo, Jesús no promete consolar toda tristeza sino la tristeza
que es apropiada, la que está de acuerdo a la situación y “es
según la voluntad de Dios” (2ª Corintios 7:10). Por lo tanto,
valiéndonos de la terminología de Pablo en este versículo, es
propio dividir la tristeza en dos categorías.
TRISTEZA
SEGÚN LA VOLUNTAD DE DIOS Y TRISTEZA DEL MUNDO:
1.
Causará dolor – Causará dolor
2.
El dolor no es permanente – El dolor puede ser permanente
4.
No causará daño – Perjudica deja cicatrices o amargura
¿Quiénes,
entonces, son los consolados (con tristeza bíblica) y quiénes los
no consolados (con quebranto del mundo)? Principiemos con los no
consolados, quienes lloran pero no según la voluntad de Dios. Estos
no recibirán consolación por ese llanto pues:
(a)
Lloran por cosas frívolas o superficiales. Todos hemos conocido
personas que se entristecen porque por ejemplo, perdió su equipo
favorito. Es lícito apenarse, pero no esperar consolación de Dios.
(b)
Lloran por no haber podido satisfacer un profundo deseo, como en el
caso de Amnón, que hasta se enfermó y lloró por desear
sexualmente a Tamar (2 Samuel 13), o el rey Acab, que se entristeció
por no poder conseguir la viña de Nabot (1 Reyes 21:4).
(c)
Llorar por las consecuencias del pecado, no por el pecado en sí. Se
puede entender el caso de Judas al estudiar la palabra
“arrepentimiento” (Mateo 27:3 RV) en el griego. La idea es que
no se arrepintió según la Biblia, sino que sintió remordimientos
por las consecuencias de lo que hizo (véase también Proverbios
5:11-12).
(d)
Llorar creyendo que al hacerlo se puede conquistar el favor de Dios.
Es común no sólo en el cristianismo sino también en otras
religiones.
Pasamos
ahora a los consolados, quienes lloran según la voluntad de Dios,
es decir, el llanto que está de acuerdo a la voluntad divina:
(a)
Quienes lloran porque el alma humana se conmueve ante eventos
tristes, y también por las tribulaciones temporales y otras pruebas
en la vida cristiana.
(b)
Quienes lloran debido a su pecado personal, sienten la profunda
separación que ha causado entre Dios y ellos, y reconocen su
miseria espiritual. Así lloran por verdadero arrepentimiento (Salmo
32:3-5; 51:1-3; Apocalipsis 3:17).
(c)
Quienes lloran debido a los pecados de otros y el estado pecaminoso
de la sociedad en general. Jesús, por ejemplo, lloró sobre
Jerusalén (Lucas 19:41) y al llegar a la tumba de Lázaro.
(a)
Estaría más conforme a la imagen de Cristo porque la Biblia dice
que Cristo era “varón
de dolores y
experimentado en quebranto” (Isaías 53:3).
(b)
Sería una persona más santa. No habrá llanto por el propio pecado
sin que ello conduzca al arrepentimiento
genuino.
(c)
Sería una persona de acción. Las lágrimas bíblicas se convierten
en acción (2ª Corintios 7:11). Detrás de cada entidad cristiana
hay alguien que lloró por la condición de la sociedad. Martín
Lutero lloró por la falta de fe sincera en la iglesia, y produjo la
reforma. Juan Wesley lloró por la falta de disciplina en la vida de
los creyentes. William y Catherine Booth lloraron por la condición
de la gente pobre en Londres, y principiaron el Ejército de
Salvación. Cuando Luis Palau era un joven en su Argentina natal,
pasó horas y aun días en la presencia de Dios, afligido por la
situación espiritual de la gente en América Latina.
Quizá
usted nunca sea un Booth, un Lutero, o un Palau. Pero, le aseguro
que un corazón quebrantado producirá acción, acción según la
voluntad de Dios. No sé qué significa específicamente para usted.
Tal vez sea consolar a una persona, escribir una carta, llamar a
alguien por teléfono, ser parte de un comité, aceptar un cargo en
la iglesia, o iniciar un equipo evangelístico. Sea lo que fuere, no
podrá quedarse inactivo.
(d)
Seríamos personas felices, bendecidas.
Quienes
saben llorar sabrán regocijarse.

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