PODÁIS ESTAR FIRMES CONTRA LAS ASECHANZAS DEL DIABLO

“Vestíos
de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las
asechanzas del diablo”. Efesios 6:11 (RV 95)
Hace
algunos años vi una película estupenda (para mi al menos) que se
llamaba 300. Contaba la historia de un ejército de 300 espartanos
que debía detener en un desfiladero a un ejército de 100.000
persas. En tiempos donde las batallas se ganaban por el peso
específico de la cantidad de soldados, una lucha pensada desde esta
óptica era insostenible. No había alternativa que puedan comenzar a
pelear. Cualquiera descontaba la victoria aplastante de los persas.
Sin
embargo, los espartanos se plantaron en el acantilado dispuesto a dar
pelea, con una única premisa. No se puede dejar pasar a los persas.
Y un argumento lógico, 100.000 no pueden pasar por donde solo hay
lugar para 100.
La
primera escena del primer ataque persa intentando aplastar a su
enemigo es tremenda. Y cuando venía la turba corriendo y se
acercaban con ferocidad, el rey espartano solo repetía fuerte y
seguro dos palabras: Firmes y constantes.
La
misma idea nos platea el apóstol acostumbrado a ver a los soldados
romanos en sus múltiples cautiverios. Y nos advierte que tenemos una
lucha tremenda, porque nuestro enemigo no es menor. Es un estratega
que planea asechanzas para derribarnos, atacando nuestros puntos
débiles. El diablo es un especialista en estudiarnos para encontrar
nuestras debilidades. No lee nuestro pensamiento, no puede estar en
todos lados; pero con su ejército de demonios nos estudia en cada
momento de nuestra vida, para saber donde golpear.
Sería
una lucha desigual, y estaríamos condenados a la derrota si no fuera
por un glorioso detalle. No peleamos solos. Tenemos a nuestro lado al
Eterno Vencedor, al que mató a la muerte, al que derrotó al último
enemigo, nuestro Aliado es el mismísimo Jesucristo.
Pero
la victoria obtenida por Jesucristo que determina su triunfo absoluto
en la guerra, no nos garantiza la victoria en cada batalla cotidiana.
Para vencer cada día, es necesario nuestra actitud. Por eso Pablo
nos alienta a mantenernos firmes. A estar despiertos y alerta, a no
bajar los brazos, a no descuidarnos, a no perder el tiempo, a no
dormirnos en los laureles, a no ser indiferentes al llamado, a no
perder la santidad.
Cualquier
descuido puede significar una caída. No permitas que el enemigo te
gane. Dios te alienta y sostiene, pero tu:
REFLEXIÓN
– Tienes que estar firme.
Dios
te bendiga!
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