EL INVOCAR A DIOS NUESTRO PADRE
“Ya
que invocan como Padre al que juzga con imparcialidad las obras de
cada uno, vivan con temor reverente mientras sean peregrinos en este
mundo.” 1 Pedro 1:27 (NVI)
Invocar
significa: Apelar
a un poder superior, especialmente a una divinidad o espíritu, como
ayuda o defensa en una mala situación. Llamar a alguien pidiendo
favor y auxilio. Acogerse a una ley. Llamar, implorar, suplicar,
impetrar, apelar, exponer, alegar.
Desde
que tengo memoria, cada vez que invoqué a Dios, fue para pedirle
algo. Siempre mi motivación estaba en buscar ayuda o una solución.
Y a mayor problema, mayor era mi cantidad de invocaciones. Es un
principio bíblico este de clamar insistentemente hasta que Dios nos
de lo que pedimos, y siempre nos quedamos con esa parte de la verdad.
Pero
me di cuenta con los años, que solo tomaba de la Biblia la porción
que más me convenía haciendo oídos sordos a la contrapartida de
esa promesa maravillosa. Leyendo una vez más el libro de Pedro, Dios
me recordó mi error parcial y me hizo notar esta parte de mis
responsabilidades que prefería evitar. Es cierto que Dios escucha y
responde aquellas cosas que le pedimos en su Voluntad. Y que es un
Dios bueno, misericordioso, generoso y paciente.
Pero
existe una condición a nuestro clamor que muchas veces nos olvidamos
de cumplir.
Y
Pedro es bien claro en este sentido. Si
implorás al Padre, entonces viví en el temor de Dios.
Temor no es miedo, no es terror al castigo. Temor a Dios es respeto a
Dios, es veneración por su Santidad. Es vivir con el cuidado diario
de no ofender ni agraviar a Dios con nuestra actitud cotidiana.
Parece
un contrasentido tener que escribir esto, pero nos acostumbramos a
pecar porque no tenemos un castigo inmediato de parte de Dios. Si
Dios cambiara su manera de relacionarse con el ser humano y castigara
fulminantemente un pecado, como lo hizo con Ananías y Safira que
mintieron en la iglesia, ¡seguramente, todos cambiaríamos
inmediatamente de actitud!
Pero
como disfrutamos de la Gracia divina y Dios es paciente y amoroso,
nos abusamos. Seguimos pidiéndole que nos ayude, pero no cumplimos
nuestra parte. Vivimos pecando, enojados, con rencor, con egoísmo,
envidiando, apáticos, indiferentes, excusándonos, es decir, sin
temor de Dios.
¿Quieres
respuesta a tus pedidos? Es tiempo de cambiar de actitud. Haz un
pacto con Dios, vive con temor de Dios cada día. Y vas a ver. Dios
siempre cumple.
REFLEXIÓN
– Si invocas, obedece.

No hay comentarios:
Publicar un comentario