Escrito
por Pastor Otoniel Font, el martes 02 de julio del 2013.
En
Éxodo 9, se nos narra uno de los momentos en que Moisés va frente a
Faraón para pedirle, en nombre de Dios, que dejara ir a su pueblo.
De no dejar ir al pueblo, Egipto enfrentaría una plaga que atacaría
al ganado, y especifica la palabra que Jehová haría separación
entre el ganado del pueblo egipcio y el ganado del pueblo de Israel.
Nada moriría de todo lo de los hijos de Israel.
Luego
de esto, vino también el granizo, que hirió todo aquello que estaba
en el campo, y dice la biblia que solamente en donde estaban los
hijos de Israel no hubo granizo.
Puede
que en Egipto esté cayendo granizo, pero que solamente tu negocio
sobreviva, que solamente tu casa siga hacia adelante, que solamente
lo que Dios ha puesto en tus manos sea protegido.
En
Éxodo 11, se nos dice que, en aquella ocasión, sería el ángel de
la muerte quien pasaría, y que todo primogénito moriría. Los
primogénitos representan el futuro, la esperanza del mañana.
De
todas esas cosas, Dios protegió a su pueblo. De hecho, la protección
divina fue la marca más importante en el momento en que el pueblo de
Dios se preparaba para salir de Egipto.
Todo
esto que vemos en estos capítulos es una transición por la cual
Dios va pasando a su pueblo, mostrándole que él habría de proteger
todo, desde lo más simple, hasta lo más poderoso.
Todos,
de alguna manera u otra hemos sido afectados por las malas noticias,
por los problemas a nuestro alrededor, por los robos, por las
situaciones que hay en la calle; vemos un mundo de inseguridad total.
Si nos volvemos víctimas de los terrores que hay a nuestro
alrededor, perdemos el disfrute de aquellas cosas que Dios ha
preparado para nuestra vida, por no ser capaces de verdaderamente
entender que el Dios al que nosotros le servimos es capaz de
proteger, es capaz de cuidar, es capaz de hacer una cobertura
especial sobre nuestras vidas.
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