LA MUERTE Y LA VIDA ESTÁN EN PODER DE LA LENGUA, Por Kenneth Copeland
La
muerte y la vida están en poder de la lengua, y el que la ama comerá
de sus frutos. Proverbios
18:21
Las
palabras son un asunto serio. Como creyentes, necesitamos considerar
seriamente cómo usarlas. Necesitamos empezar a ponerlas a trabajar
en nuestro favor como Dios lo hace. La Biblia dice que Dios usa
palabras para llamar “las
cosas que no son como si fuesen”
Romanos
4:17
La
mayoría de nosotros no tenemos la menor idea de cómo hacer eso.
Hemos pasado nuestra vida “diciendo las cosas como son”.
Constantemente hemos usado nuestra boca para informar acerca del
estado lamentable de la situación a nuestro alrededor. De este modo,
el solo pensamiento de llamar “las cosas que no son como si fuesen”
parece un poco descabellado.
“¿Quiere
decir que se supone que yo diga: ¿Estoy sano, cuando me siento
enfermo? ¿Se supone que diga: ¿Tengo prosperidad, cuando estoy sin
dinero?” Me parece que estaría mintiendo”.
No,
no. Hay una gran diferencia entre mentir y hablar por fe. La mentira
se dice con la intención de engañar a alguien, de hacerle creer algo
que no es cierto. Pero hablar por fe es simplemente decir palabras
que están de acuerdo con la Palabra de Dios, no con las
circunstancias a su alrededor. Es hablar con su espíritu, no con su
mente.
Como
el apóstol Pablo dijo en 2
Corintios 4:13:
“Pero teniendo el mismo espíritu de fe, conforme a lo que está
escrito: Creí, por lo cual hablé, nosotros también creemos, por lo
cual también hablamos”. Eso es importante. Lea ese versículo de
nuevo. “Creí, por lo cual hablé”.
Hay
personas que hablan las palabras, pero no tienen la fe para
respaldarlas, y como resultado, fracasan en sus vidas espirituales.
No llamaron
“las cosas que no son como si fuesen” sino que las llamaron de la
manera que querían que fuesen.
Estos
son dos aspectos muy diferentes. Las palabras pueden ser las mismas.
Pero sólo desear y esperar no cumplirá la tarea, hay que “creer”.
Empiece hoy a poner tanto su boca como su corazón en armonía con la
Palabra. Deje de “decir
las cosas como son”
y empiece a hablar y a creer las promesas de Dios. Ponga el poder de
las palabras a trabajar en su favor.

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