PAN DE MAÍZ
Publicado el 05 November 2013
Nuestro
grupo había comenzado un alcance a un edificio de apartamentos en el
pueblo. Era un lugar muy deprimente, con vendedores de droga y los
adictos sin esperanza. Uno de los residentes, de nombre Louie, tiene
la mente de un adolescente.
Una
amiga mía, Kathy, le prometió a Louie y a otros que les llevaríamos
chili el domingo. Louie me preguntó si podía hacerle pan de maíz.
Me dijo que no lo había comido en años. Le prometí que lo haría.
Cuando
fui a la tienda en la semana, se me olvidó comprar harina de maíz.
Para cuando me di cuenta que no la tenía, también me di cuenta de
que no me quedaba dinero alguno. Pensé tener lo suficiente para
comprar la harina pero estaba quebrada. Pensé en Louie por varios
días, preocupada por qué hacer. Para mí era como hacerle una
promesa a un niño y entonces, romperle el corazón.
Cuando
no sé qué hacer… oro, que fue lo que debí haber hecho en primer
lugar.
Al
día siguiente alguien tocó a mi puerta. Mi vecina estaba parada en
mi terraza con un saco de harina de maíz. Me comentó que su marido
lo había comprado erróneamente en vez de harina regular por lo que
no la necesitaba. Se preguntaba si la gente en los apartamentos
tendría algún uso para ella. Todo lo que pude decir fue: “¡Gracias,
Jesús!”
Janice
Milbourn.
Son
muchos los que se contentan con decirle al Señor que estarían
dispuestos a hacer algo por su prójimo si tuviesen los recursos,
pero como no los tienen…
El
problema es que los recursos jamás se interpondrán entre nuestro
prójimo y nosotros. El estirar una mano amiga es mucho más asunto
del corazón que de lo que tengamos a mano. De hecho, si nuestro
corazón anhela ayudar a otros, ¿por qué no acercarnos en oración
a Aquel que todo lo tiene y todo lo puede?
La
Biblia dice que cuando pedimos cosas de acuerdo con la voluntad de
Dios, ¡podemos estar más que seguros de que las recibiremos!
Dad
gracias al SEÑOR, porque El es bueno; porque para siempre es su
misericordia. 1 Crónicas 16:34

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