UN POCO CADA DÍA
“Y
dijo: ¿A qué es semejante el reino de Dios, y con qué lo
compararé? Es semejante al grano de mostaza, que un hombre tomó y
sembró en su huerto; y creció, y se hizo árbol grande, y las aves
del cielo anidaron en sus ramas.” – Lucas 13:18,19
Si
usted quiere crecer en el reino de Dios, tendrá que hacerlo como la
semilla que ha sido sembrada en la tierra.
¿Cómo crece una semilla? ¿De inmediato?
No, crece constantemente, 24 horas al día, un poco a la vez hasta
que llega a cumplir el propósito para la cual fue creada.
Muchos
de nosotros no actuamos espiritualmente de esa manera. Estudiamos y
oramos por unos pocos días, pero luego desistimos. Cuando viene
alguna adversidad, tratamos de una manera alocada de orar y
permanecer en la Palabra, pero al mismo tiempo nos damos cuenta de
que, por alguna razón, no somos tan fuertes como deberíamos serlo.
No
existe el éxito de la noche a la mañana en el reino de Dios. La
fortaleza verdadera y el crecimiento verdadero vienen al mantener
constantemente la Palabra ante sus ojos, en sus oídos y en su
corazón. No sólo cuando usted quiere o tiene ganas, sino
constantemente, como la semilla, un poco todo el tiempo.
Una
vez vino un hombre y me dijo:
“Hermano, su ministerio empezó a tener éxito de la noche a la
mañana, ¿no es verdad?”
“Si
así fuera -le respondí-, entonces hubiera sido la noche más larga
que habría tenido en mi vida”.
Desde
el punto de vista de él, mi éxito parecía haber brotado
rápidamente. Eso se debe a que él nunca vio todas las horas, las
semanas, los meses y los años que pasé en la Palabra de Dios.
Tampoco vio el proceso diario detrás de ese éxito. El sólo vio los
resultados.
Decida
hoy empezar ese proceso diario de crecimiento constante. Decida
empezar a poner de una manera constante la Palabra en su corazón.
Cada día una línea aquí, una línea allá, una cinta aquí, una
cinta allá. Comience a vivir como si esa Palabra fuera la verdad a
cada hora del día, sin considerar lo que venga o cómo usted se
sienta. Siga añadiendo a su fe, meditando en ella, confesándola,
siete días a la semana. Con el tiempo, su fe será más grande de lo
que usted jamás soñó que podría ser.
Lucas
13:18-21
Kenneth
Copeland

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