ANDROCLES Y EL LEÓN
Un
esclavo llamado Androcles tuvo la oportunidad de escapar un día y
corrió hacia la foresta.
Y
mientras caminaba sin rumbo llegó a donde yacía un león, que
gimiendo le suplicó: “Por favor te ruego que me ayudes, pues
tropecé con un espino y una púa se me enterró en la garra y me
tiene sangrando y adolorido”.
Androcles
lo examinó y gentilmente extrajo la espina, lavó y curó la herida.
El león lo invitó a su cueva donde compartía con él el alimento.
Pero
días después, Androcles y el león fueron encontrados por sus
buscadores. Llevado Androcles al emperador fue condenado al redondel
a luchar contra los leones.
Una
vez en la arena, fue suelto un león, y éste empezó a rugir y
buscar el asalto a su víctima. Pero a medida que se le acercó
reconoció a su benefactor y se lanzó sobre él pero para lamerlo
cariñosamente y posarse en su regazo como una fiel mascota.
Sorprendido el emperador por lo sucedido, supo al final la historia y
perdonó al esclavo y liberó en la foresta al león.
Los
buenos actos siempre son recompensados.
Fábula
de Esopo
La
vida está regida por la ley de la siembra y la cosecha. Mucho de lo
que hemos recogido, ha sido el producto de lo que sembramos.
Sembremos las mejores semillas de la vida para recoger los mejores
frutos del mañana y sobre todo que comencemos por sembrar nuestro
corazón en la manos de Dios.
La
experiencia me ha enseñado que los que siembran maldad cosechan
desventura. Job 4:8
El
que con lágrimas anda, llevando la semilla de la siembra, en verdad
volverá con gritos de alegría, trayendo sus gavillas. Salmo 126:6
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