COMO LE PAGAS A DIOS ?
“Actuaron
contra él de manera corrupta; para vergüenza de ellos, ya no son
sus hijos; ¡son una generación torcida y perversa! ¿Y así le
pagas al Señor, pueblo tonto y necio? ¿Acaso no es tu Padre, tu
Creador, el que te hizo y te formó?” Deuteronomio
32:5-6 (NVI)
Moisés
estaba haciendo un recuento de la historia reciente de Israel.
Comenzó desde la esclavitud en Egipto y les recordó cada uno de los
hechos milagrosos que Dios había hecho con ellos desde entones.
Durante cuarenta años Dios había sido fiel y jamás los había
abandonado.
Este
gesto refleja la grandeza del más importante líder en la historia
de Israel. Lejos de abrogarse algún mérito por haber dirigido al
pueblo durante cuarenta años, Moisés
reconoce que todo el éxito de la operación, cada momento de gloria,
cada hecho de bendición se debían exclusivamente a la bondad de
Dios. Fue la fidelidad de Dios la que mantuvo durante tanto tiempo al
pueblo, fue su amor sin cuestionamientos el que cuidó cada día y
cada noche a tantos israelitas.
Y
Moisés
hace un recuento detallado de todos esos beneficios. Hasta el más
ciego de los israelitas puede notar que la mano de Dios los acompañó
y bendijo en cada momento del largo viaje. Y en un momento del
discurso, Moisés
hace esta pregunta retórica. No espera respuesta de sus oyentes,
pero anhela que les penetre en sus mentes y que modifique sus
actitudes.
Moisés
no puede creer que con tantas muestras de amor divino y cotidiano,
este pueblo haya sido tan desagradecido, haya actuado de una manera
tan corrupta y vergonzosa, torcida y perversa. El pago que le daban a
Dios por tantos beneficios era su indiferencia, su idolatría, su
miseria y su pecado. ¿Es un pago justo? Entonces el reclamo de
Moisés
a un pueblo mal agradecido se hace evidente y fuerte.
Dios
es tu Padre, es quien te creó, el que te cuida y te sostiene, ¿Cómo
alguien puede ser tan tonto como para no agradecerle por tantos
beneficios? Muchos años más tarde, en pleno siglo XXI Dios sigue
siendo igual. Nos cuida, nos bendice, nos ama de la misma manera
absoluta. Y lo podemos ver a diario en nuestra vida.
Lo
lamentable es que nosotros también seguimos siendo igual, y
repetimos la triste historia de los israelitas, retribuyendo la
bondad de Dios con indiferencia, malestar y pecado. Analizá tus
actos.
REFLEXIÓN
–
¿Cómo le pagas a Dios?
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