TENEMOS TANTO, PERO….SOMOS FELICES?
La
vida… para muchos de nosotros es tan complicada. Todos tenemos
nuestra propia perspectiva de la vida. Ella comienza con amor,
demanda amor y siempre busca amor; tan hermoso, tan sencillo, aunque
tan difícil de comprender para nosotros.
Arrastrándose
dentro del límite de aquellas cuatro paredes, rodeado de papá, mamá
y otros miembros de la familia, cuán felices éramos. Cuán
entusiasmados solíamos estar viendo las cómicas en TV, recibiendo
juguetes, comiendo chocolate, etc.
Con
una frontera ampliada en la vida y con más amigos a nuestros
alrededor, ¡se supone que deberíamos ser aún más felices! Pero,
¿realmente lo somos?
Antes
de que desarrollásemos sistemas de educación, buenos medios de
transporte y comunicación, etc., éramos felices. Pero ahora, con
todos estos avances, ¿por qué no podemos ser felices?
Tenemos
la habilidad y tecnología para alcanzar el espacio exterior… y sin
embargo no podemos desarrollar una tecnología para traer una sonrisa
al rostro de alguien. Las necesidades y quereres nos impulsan hacia
todos estos descubrimientos y nos llevan hacia el lujo. Estos son los
mismos quereres que, en un extremo, se convierten en deseos… deseos
ilimitados en los que nos ahogamos.
Nos
estamos ahogando deseando más amor, más lujo, más comodidad y más
éxito.
Hemos
acumulado vastos conocimientos aunque fallamos en comprender la
sencilla verdad de la vida: la vida es una travesía y tenemos que
aceptar todo lo que nos sale al encuentro. La única manera de
sonreír es aceptar lo que somos y lo que tenemos… nunca correr y
lamentarnos por lo que no tenemos.
El
pensamiento de hoy, casi un clamor existencialista que me recuerda la
angustia de muchos en la década de los setenta en el siglo pasado
(el XX), pareciera dar en el blanco para muchos en medio del
Occidente. Animados por la cultura que nos rodea, ¡nos hemos lanzado
en búsqueda de un sueño colectivo que jamás lograremos alcanzar
porque es irreal! Y es que, como bien dice el autor, la vida nos
brinda en medio de su evidente complejidad, la oportunidad de ser
felices si la sabemos vivir con sencillez, con una actitud agradecida
al Señor por quienes somos (en vez de quejarnos por quienes no somos
ó por quienes nos hubiera gustado ser) y lo que tenemos (en vez de
lamentarnos por lo que no tenemos ó hubiésemos querido tener). No
hay sustituto para una vida de genuino contentamiento delante de
Dios. Atrevámonos a abrazar ese estilo de vida… que no sólo nos
bendecirá a nosotros sino también a todos los que nos rodean.
Adelante y que Dios les bendiga.
Raúl
Irigoyen
El
Pensamiento Del Capellán.
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