LA SALVACIÓN EN CRISTO JESÚS
“…LO
QUE LA LEY NO PUDO HACER… DIOS LO HIZO: ENVIANDO A SU PROPIO HIJO…”
ROMANOS
8:3 LBLA
La
Biblia nos narra: “Cierto
dirigente le preguntó: Maestro bueno, ¿qué tengo que hacer para
heredar la vida eterna?… Jesús añadió: …Vende todo lo que
tienes y repártelo entre los pobres, y tendrás tesoro en el cielo.
Luego ven y sígueme. Cuando el hombre oyó esto, se entristeció
mucho, pues era muy rico” (Lucas
18:18-23).
Este hombre ya había conseguido las 3 P del éxito: Poder,
Prosperidad y Prestigio. Y era alguien que iba al grano: “¿Qué
tengo que hacer?” Su
forma de preguntar parece indicar que pensó que podría obtener la
vida eterna de la misma manera que había conseguido el resto de las
cosas: esforzándose. Dio por hecho que el cielo era algo que se
podía comprar; pero no es así. Solamente un Dios frío y sin
misericordia vendería la salvación a aquellos que se lo pueden
permitir. En un mundo que nos recompensa de acuerdo a nuestros
logros, éste es un concepto difícil de aceptar.
Sin
embargo, de la misma manera que no podrías impresionar a Picasso con
uno de tus bocetos a lápiz, tu carácter y tus buenas obras tampoco
son suficientes para merecer el cielo. La vida eterna cuesta mucho
más de lo que puedes pagar. Lo que necesitas no es un currículum
vitae impresionante sino un Redentor. El problema del hombre de la
Biblia no era el dinero, sino su actitud autosuficiente. No fueron
sus riquezas las que le dejaron fuera del Reino de Dios, sino su ego.
Y no sólo los ricos tienen problemas con este concepto; también los
intelectuales, los fuertes, los atractivos, los populares y hasta los
religiosos.
Para
recibir la salvación tienes que reconocer, ante todo, que estás en
bancarrota espiritual, que no tienes nada que ofrecer y que tu
reputación no cuenta para nada. No puedes acercarte a Dios pidiendo
justicia –lo único que puedes rogarle es que te dé misericordia.
Y si acudes a Él hoy, ¡eso es lo que te dará!
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